Por Ignacio Gonel, fundador de Mago
Desde el 26 de abril entrará en vigor la ley que contempla 40 horas de trabajo semanales. La normativa podrá ser implementada de manera gradual en un plazo máximo de cinco años y serán los empleadores quienes controlarán la asistencia de su personal y también que los sueldos no se vean afectados con la reducción de la jornada laboral.
Ahora bien, todo cambio trae nuevos desafíos. Por lo mismo, es necesario que las empresas tomen en cuenta ciertas consideraciones durante esta transición para asegurar que resulte provechosa y efectiva para todos los equipos.
Una de las prácticas que pueden ayudar en esta transición es la flexibilidad y se valora cuando las organizaciones se esfuerzan por adaptarse a las necesidades individuales de los trabajadores y sus familias al entregar la posibilidad de horarios flexibles, opción de teletrabajo o jornadas comprimidas; se promueve no solo la autonomía, sino también la responsabilidad en la gestión del tiempo. Esto se verá reflejado en la satisfacción laboral, en la productividad de los empleados y en la retención del talento.
Por otro lado, la comunicación clara y transparente es clave. Adaptarse a lo desconocido puede ser difícil de manejar. Trae consigo dudas, inquietudes y preocupaciones, más aún cuando se trata de una normativa de la que no tienen mayor conocimiento. Es ahí cuando los líderes deben tomarse el tiempo de explicar a sus empleados los nuevos cambios en las operaciones diarias y el impacto que esto tendrá en la empresa. Además, se deben destacar los beneficios esperados y enfatizar que el objetivo de esta nueva modalidad es mejorar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal.
Lo anterior, fomentará un ambiente de trabajo más saludable y equilibrado. Incluso, se recomienda que los líderes animen a sus equipos a tomar descansos, a realizar actividad física o prácticas de bienestar como la meditación o mindfulness. Esto ayudará a evitar el agotamiento y estrés y también a establecer límites claros entre el tiempo de trabajo y de vida personal.
Además, líderes y equipos de trabajo deben ser conscientes de que, al contar con una jornada laboral más reducida, se deben priorizar ciertas tareas. Será necesario que los colaboradores aprendan a gestionar su tiempo de forma eficiente, por lo que la recomendación está en ofrecer capacitaciones que les entreguen herramientas y habilidades que contribuyan a la organización de sus horarios y responsabilidades.
No hay que olvidar que la retroalimentación siempre es necesaria para asegurar efectividad. No se trata de un proceso estático y tampoco promete beneficios a corto plazo. Es una etapa de transición que demanda compromiso, paciencia y colaboración. Por ello, es imprescindible monitorear y evaluar cómo se implementa la nueva medida, ya que permitirá identificar si hay fallas o si se requiere realizar ajustes durante este periodo.
A fin de cuentas, esta nueva regulación que contempla 40 horas laborales en Chile es una oportunidad que busca mejorar el clima organizacional y la productividad de las personas. Las empresas siempre deben velar por el bienestar de sus trabajadores y sus familias, fomentando un ambiente de trabajo saludable que permita equilibrar la vida personal y laboral. Cuando la retroalimentación es constante, la flexibilidad está presente y la disposición para realizar ajustes y modificaciones es una prioridad, se asegurará la efectividad a largo plazo de esta nueva modalidad de trabajo.
Equipo Prensa
Portal Innova