Por: María de los Ángeles Kassis, Country Manager ALTO Chile, empresa experta en protección de activos y reducción de delitos.
Santiago, 2025.- Cuando hablamos de mujeres y delitos, el relato predominante nos ubica, en la mayoría de los casos, en el rol de víctimas. Si bien es cierto que muchas mujeres enfrentan situaciones de violencia y delincuencia, también existe un fenómeno creciente que pocas veces se discute: la participación activa de las mujeres en actividades delictivas. El delito no es cuestión de género, y hoy más que nunca es importante reconocer que las mujeres no sólo son víctimas, sino también autoras de delitos, y su involucramiento está en aumento.
Desde la perspectiva de la seguridad y la prevención, es crucial que dejemos de lado la visión tradicional que asocia la delincuencia exclusivamente con los hombres. Las mujeres han comenzado a ocupar roles de liderazgo en bandas criminales, lo que está desafiando los estereotipos y reconfigurando el panorama delictivo. Las mecheras, por ejemplo, utilizan distintos modus operandi, desde supuestos embarazos hasta el uso de bebés inexistentes, con el fin de evadir la seguridad y robar mercancías. Este tipo de delitos no son sólo un desafío de seguridad, sino también una realidad que debe ser atendida con estrategias que reconozcan la creciente participación femenina en el crimen.
El informe del Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (GAFILAT) señala cómo las mujeres actúan estratégicamente en el lavado de activos, asumiendo roles clave como intermediarias financieras o titulares de empresas fachada. Esta estrategia se debe a la percepción de que las mujeres enfrentan un riesgo menor frente a las instituciones regulatorias, lo que las convierte en piezas clave dentro de estructuras criminales.
En mi experiencia en la prevención del delito, he observado cómo las mujeres están cada vez más involucradas en delitos violentos, como el uso de armas de fuego. Si hace unos años las estadísticas indicaban que sólo un pequeño porcentaje de las mujeres cometían delitos, hoy esa cifra ha aumentado significativamente. Más mujeres se están viendo involucradas en delitos generales, y en especial, en delitos violentos, lo que refleja un cambio en la dinámica criminal.
Hoy día, las mujeres no sólo participan como miembros de bandas criminales, sino que también lideran estas estructuras. Se encargan de la logística, la organización y, en muchos casos, del propio delito. Este fenómeno no es aislado, sino una tendencia que ha evolucionado a lo largo de los últimos años. La disponibilidad de armas y el empoderamiento de las mujeres dentro de las organizaciones criminales han facilitado este cambio.
Es importante reconocer que el delito no es cuestión de género. Mientras las mujeres continúan luchando contra la delincuencia en sus diversas formas, también debemos ser conscientes de que el rol de la mujer en el crimen está cambiando, y la seguridad debe adaptarse a esta nueva realidad. La participación femenina en la delincuencia debe ser vista como una parte integral del fenómeno, para poder diseñar estrategias de seguridad más efectivas.
Pero también quiero visibilizar la otra cara de la moneda. Desde mi liderazgo en ALTO Chile, he sido testigo de cómo las mujeres en el ámbito de la seguridad no sólo hemos ganado espacio, sino que hemos demostrado nuestra capacidad para liderar, innovar y crear soluciones eficaces. Estamos comprometidas con transformar el combate contra el delito y garantizar entornos más seguros, no sólo para nuestros clientes, sino también para la sociedad en general.
Por ello, en el marco del 8 de marzo, es esencial visibilizar que las mujeres somos agentes de cambio en la lucha contra el delito, desafiando estructuras tradicionales, liderando equipos y diseñando estrategias más completas para la seguridad.
Vuelvo a repetir, el delito no tiene género, y el papel de las mujeres es fundamental para la construcción de soluciones más efectivas y justas, así como también para la creación de una sociedad mucho más segura. Las mujeres tienen el poder de influir en el mundo, tanto para el bien como para el mal. Su capacidad de liderazgo, resiliencia y determinación puede ser una fuerza transformadora en la lucha contra el crimen y en la construcción de un entorno más justo. Pero, al mismo tiempo, ese mismo poder puede ser canalizado hacia fines delictivos, como lo demuestran las crecientes participaciones femeninas en bandas criminales. Por ello, la forma en que las mujeres utilicen ese poder será clave para determinar el rumbo hacia una sociedad más segura y equitativa.
Sobre ALTO
ALTO es una empresa de servicios multinacional dedicada a la protección de activos, marcas y personas a través de soluciones basadas en tecnología para generar comunidades prósperas y más seguras, disminuir riesgos y delitos. ALTO está presente en Chile, México, Colombia, España y Estados Unidos.