Alberto Juárez, vicepresidente del área global de Digital ID & Trust en Sovos
La seguridad en el mundo digital es un desafío constante y las medidas tradicionales de autenticación ya no son suficientes. La reciente Ley 566/2024, que obliga a las empresas de telecomunicaciones a utilizar biometría para verificar la identidad de sus clientes y la implementación, por parte de la Subsecretaría de Prevención del Delito, de un nuevo sistema de reconocimiento biométrico de identidad que apunta a evitar la suplantación en las app de transporte y delivery, buscan entregar mayor seguridad a empresas y personas, y marcan un antes y un después en la protección de los ciudadanos.
En ambos casos, corroborar la identidad por medio de métodos biométricos permite garantizar que una persona es quien dice ser, reduciendo significativamente los delitos relacionados con la usurpación de identidad y aumentando la confianza de los usuarios.
A diferencia de contraseñas o códigos de un solo uso, los datos biométricos -como la huella dactilar, el reconocimiento facial o el iris- son únicos e intransferibles. Esto minimiza el riesgo de fraude y simplifica los procesos de verificación, permitiendo transacciones más ágiles y seguras.
Uno de los mayores beneficios de la biometría es su capacidad para integrar seguridad con facilidad de uso. Hoy en día, desbloqueamos nuestros teléfonos con reconocimiento facial, realizamos pagos con la huella dactilar y hasta accedemos a servicios gubernamentales mediante identificación biométrica.
Los datos respaldan su efectividad. Según estudios recientes, los sistemas biométricos reducen los intentos de fraude en más del 90% en comparación con métodos tradicionales. Así, las empresas de transporte y delivery han reportado una drástica disminución en suplantaciones de identidad tras la adopción de la autenticación biométrica para conductores y repartidores.
Sin embargo, la implementación de la biometría no está exenta de desafíos. La protección de los datos biométricos es un aspecto crítico, y es fundamental que las empresas y los gobiernos adopten estrictas medidas de ciberseguridad para evitar accesos no autorizados. Asimismo, la regulación debe garantizar que el uso de estos datos respete la privacidad de los ciudadanos y se limite exclusivamente a fines de autenticación y seguridad.
Se proyecta que la biometría, como método de autenticación, crecerá exponencialmente en los próximos años debido al aumento de las transacciones en línea, el alza en los fraudes de suplantación de identidad y robos de datos, y la preocupación de los gobiernos por aumentar la seguridad de ciudadanos y empresas estableciendo nuevas regulaciones.
La biometría es el presente y el futuro de la seguridad en las transacciones digitales y presenciales. Su adopción masiva no solo previene fraudes y delitos; también permite una sociedad más confiable y protegida. Con el avance de regulaciones como la Ley 566 para las empresas de telecomunicaciones en Chile -una tendencia que probablemente se replique en el resto de la región- y la implementación de sistemas biométricos a gran escala, estamos dando un paso firme hacia un entorno digital más seguro y eficiente para todos.