Las exigencias de la industria energética actual dictan que es necesaria una mayor inversión de capital para poder generar más energía, lo que trae aparejado un aumento de la inversión en combustibles fósiles. Sin embargo, autoridades y cambios regulatorios presionan a las empresas para que reduzcan los gastos en infraestructuras de este tipo por la magnitud de contaminación.

Este escenario ha generado disyuntivas dentro del sector sobre cuál es el rumbo que deberán tomar.

Ante esta situación, Bain & Company realizó un análisis basándose en su experiencia trabajando con empresas energéticas e identificó una serie de acciones que están ayudando a que los ejecutivos puedan tomar decisiones con más confianza e impacto en el camino hacia la huella de carbono cero.

Según el análisis de la consultora, en lugar de centrarse en una cartera de nuevos proyectos con una larga vida útil, las empresas deben buscar nuevas formas para prolongar la duración de los activos existentes, o invertir en activos que les permitan gastar en segmentos específicos en lugar de todo a la vez. Por lo tanto, a la hora de aprobar inversiones o determinar la depreciación de los bienes capitales, las compañías también querrán tener en cuenta el riesgo de sus activos varados, es decir, que los activos tengan vidas más cortas.

En ese sentido, la reducción de la vida útil de los activos también ha significado cambios en el diseño, ya que no son pensados para que duren eternamente. De este modo las empresas energéticas podrán permitirse moderar sus gastos de inversión. Bain indica que, si se pueden reducir los costos iniciales sin afectar a la seguridad, los plazos de amortización pueden acortarse, reduciendo el riesgo de varada de activos.

Por otro lado, para poder cuantificar el momento indicado de inversión en energías sustentables se debe considerar ciertos factores, como el valor potencial del activo, su vida útil y su capacidad de adaptación al entorno.

El análisis también menciona que para las empresas que necesitan mantener e invertir en infraestructuras de combustibles fósiles, la gestión de los riesgos de los activos varados podría ser más difícil cada año. Por eso sugieren gestionarlo como parte de una estrategia más amplia para hacer evolucionar el negocio y mantener una propuesta atractiva para los inversores. Para ello es necesario contar con un plan claro para navegar a la transición energética y alinearla con la asignación de capital.

Si las empresas aplican estos enfoques, reestructurarán sus inversiones en activos energéticos tradiciones, a pesar de la incertidumbre sobre la rentabilidad futura o el valor final. Si se combina esa idea con una estrategia sólida de transición energética, las empresas podrán sortear los riesgos asociados a los proyectos individuales y construir activos adecuados para los próximos años.

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