Denis Muñoz Académico Carrera de Ingeniería Comercial, UDLA, Sede Concepción

Los períodos de bajo crecimiento económico suelen estar marcados por una disminución en la demanda de bienes, servicios y producción, lo que conlleva despidos y, a su vez, reduce aún más el consumo. Este ciclo puede prolongarse durante varios años antes de dar paso a una nueva fase de auge. Así, la economía sigue un patrón de expansión y recesión. Dada su naturaleza fluctuante, el ahorro se vuelve fundamental para enfrentar épocas de incertidumbre financiera.

Muchas personas que intentan ahorrar llegan a fin de mes y descubren que su salario no les alcanzó para hacerlo. Esto se debe a una valoración humana: lo abundante vale menos y lo escaso vale más. A comienzos del mes, cuando se tiene todo el salario, el dinero escurre fácilmente, porque en ese momento lo percibimos con menos valor. Sin embargo, al acercarse el fin de mes, con menos dinero disponible, lo cuidamos más, ya que su importe aumenta.

Si se ve el ahorro como un bien, se podría considerar un lujo, no una necesidad básica, pues no es imprescindible para la supervivencia inmediata, sino para el futuro. La estrategia más efectiva es guardar dinero a inicio del mes, cuando tiene menos valor y es más fácil destinarlo a un próximo fin.

Si se cuenta con una reserva de dinero, se recomienda comprar dólares u oro, los cuales sirven de refugio en tiempos de crisis económica. Un dato importante es que el precio del dólar en 1980 era de 39 pesos chilenos, y en estos momentos bordea los 940. Lo anterior demuestra que a largo plazo el precio de la moneda estadounidense tiene una tendencia alcista.

Otra recomendación es asistir al mercado con una lista para evitar tentaciones de último minuto y compras innecesarias, junto con un presupuesto establecido.  Para productos como verduras, buscar alternativas más económicas, como, por ejemplo, las ferias libres. Por otro lado, es ideal mantener efectivo disponible, pues cuando se paga de esta forma se sienten los costos de la transacción, lo que sacia y permite postergar futuros gastos.

Asimismo, adquirir bienes con ahorro, en lugar de con deuda, mejora nuestro bienestar financiero. Al comprar a crédito, el interés por el bien disminuye con el tiempo, pero las cuotas permanecen constantes, generando una sensación negativa. En cambio, al ahorrar, se construye un proceso que aumenta la apreciación del bien. Aunque la valoración también decae después de la compra, ya estará pagado. Así, comprar sin crédito brinda mayor satisfacción, ya que evita el malestar de seguir pagando por algo que ya no se desea.

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