El 8 de junio se conmemora el Día Mundial de los Océanos, un ecosistema al que Chile debe gran parte de su riqueza y su potencial de desarrollo económico. La costa de Chile es una zona con alta productividad primaria, rica en fitoplancton -base de la cadena alimentaria marina-, que nos ubica entre los 10 líderes del ranking mundial en pesca.

 

Esta privilegiada condición de diversidad que habita en nuestros océanos se produce dado que la costa chilena es una zona caracterizada por “surgencia”, un concepto que se refiere al ascenso de agua profunda a la superficie, la cual es más fría y rica en nutrientes, convirtiéndola en un hábitat muy productivo para el desarrollo de especies marinas que garantizan la cadena alimentaria. A grandes rasgos, esta surgencia ocurre porque el viento típicamente va en dirección sur a norte, en paralelo a la costa chilena, condición que desplaza dinámicamente agua superficial mar adentro, la cual es reemplazada por agua profunda. Este proceso sucede en las costas Este de océanos, por lo cual fenómenos similares ocurren en California y en varias zonas frente a la costa de África.

 

Chile tiene el importante desafío de adaptarse al cambio climático. Si bien el nuestro es un país pequeño, estudios del World Resources Institute señalan que tiene la quinta costa más larga del mundo. En ese contexto, puede contribuir de manera significativa mediante políticas que comprometan la reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero, que apunten a la preservación y a un uso más eficiente de recursos marinos, y leyes que se apliquen no solo a regular la industria pesquera, sino también una debida planificación de ciudades inteligentes y sostenibles, bajo una lógica de economía circular, y cuidado del medio ambiente.

 

Por Cristian Martinez Villalobos, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez.

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