• El hambre y la pobreza en el mundo lamentablemente no dan tregua: cifras de ONU estiman que 864 millones de personas sufrieron inseguridad alimentaria grave en el mundo durante 2023, pasando un día entero o más sin comer. 
  • Frente a ello, las iniciativas de rescate de alimentos en todo el mundo entregan una luz de esperanza, tanto para abastecer a los bancos de alimentos en el mundo, como para entregar opciones más asequibles a los ciudadanos afectados por el alza del valor de los alimentos.

En estos días, el mundo conmemora los días internacionales de la Alimentación y de la Erradicación de la Pobreza, los días 16 y 17 de octubre, respectivamente. Lamentablemente, pobreza y hambre van, casi inevitablemente, de la mano. Si bien la pobreza tiene muchas más dimensiones (como el acceso a la vivienda, educación, salud y, en muchos casos, dignidad), la posibilidad de obtener alimentos y una alimentación saludable suele estar estrictamente vinculada a ella. 

Pese a los enormes esfuerzos de la comunidad internacional, la pobreza continúa avanzando: de acuerdo a un informe publicado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), en 2023 había 165 millones más de personas pobres en el mundo. Mientras, hace algunos meses, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA) emitieron una alerta conjunta al dar a conocer la última versión de su informe Hunger Hotspots, producto del aumento de la crisis de inseguridad alimentaria en 18 puntos críticos, que incluyen 17 países y/o territorios. 

Es más, el informe El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado en julio pasado por cinco organismos especializados de las Naciones Unidas, da cuenta que, durante 2023, 2.330 millones de personas en todo el mundo se enfrentaron a inseguridad alimentaria moderada o grave y, específicamente, 864 millones experimentaron este fenómeno en su expresión más grave, pasando a veces un día entero o más sin comer.

Los conflictos armados, las catástrofes naturales (incluidos los cada vez más recurrentes eventos meteorológicos extremos) y los todavía visibles efectos económicos de la pandemia son algunos de los factores que más han contribuido en esta nefasta tendencia. Y estas crisis no sólo están afectando a aquellos territorios que las sufren en primera persona, sino que además han impulsado los precios de los alimentos al alza, haciéndolos inalcanzables para las personas más vulnerables en todo el mundo, con una inflación que, aunque se ha logrado controlar en alguna medida, sigue siendo alta, sobre todo en los países de menores ingresos. 

“Es una pena y una vergüenza que, pese a los avances tecnológicos y las innovaciones que han surgido en el mundo, aún estemos tan lejos como sociedad de garantizar un suministro alimentario resiliente, sostenible y para todos”, comenta Elena López, cofundadora y COO de la aplicación Cheaf. 

Para López, es en este escenario donde la pérdida y el desperdicio de alimentos se muestran en toda la magnitud de este problema: “En un mundo donde cada vez más personas caen en pobreza extrema y más personas sufren inseguridad alimentaria, botar comida (junto a todos los recursos empleados para producirla) no es un hábito que nos podamos permitir”, sostiene, en relación a las cifras que alertan que alrededor del 14% de la producción alimentaria mundial (algo así como 400 mil millones de dólares cada año) se pierde entre la cosecha y su llegada a las tiendas, y que un 17% adicional acaba siendo desperdiciado entre la venta minorista y los hogares de los consumidores. 

De hecho, el Informe sobre el Índice de Desperdicio de Alimentos 2024 del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), estima que en 2022 se generaron 1.050 millones de toneladas de desperdicios alimentarios, lo que supone una pérdida de 132 kg por persona y, aproximadamente, una quinta parte de todos los alimentos disponibles para el consumo humano. 

La cofundadora de Cheaf asegura que, además de inmoral, está comprobado que el costo de perder estos alimentos es muy alto: “Por una parte, estos alimentos desperdiciados generan entre el 8% y el 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), que contribuyen directamente a la crisis climática y amplifican la situación de vulnerabilidad de millones de personas”, explica y añade que, de acuerdo a estimaciones del Banco Mundial, la pérdida y el desperdicio de alimentos tienen un costo de  cerca de 1 billón de dólares para la economía mundial. 

“Lamentablemente, el escenario en la actualidad es triste y nos evidencia cómo estamos perdiendo nuestra lucha contra el avance de la pobreza y el hambre en el mundo. Pero aún hay esperanza”, advierte López. “Cada vez surgen nuevas empresas e iniciativas que buscan valorizar o generar el upcycling de alimentos que aún están en buenas condiciones para ser ingeridos, y esto es una excelente noticia, porque nos muestra que el emprendimiento no sólo surge para cubrir espacios de negocios, sino también para generar soluciones a los problemas sociales y medioambientales de hoy”, expresa la ejecutiva.

En el caso de Cheaf, en menos de un año de funcionamiento de la aplicación en Chile, la plataforma ha logrado rescatar más de 1,8 millones de kilos de comida desde los supermercados asociados a la aplicación (entre las regiones de Arica y Los Lagos), no sólo a eliminando las futuras emisiones de esos productos, sino que además ofreciéndolos a las personas a la mitad de su valor, contribuyendo de esta manera a enfrentar la crisis climática, pero también la inflación y el alza del costo de los alimentos.

“Existen muchas iniciativas que contribuyen en Chile y otros países de la región a estos esfuerzos, ya sea desde el rescate de comida para entregarlos a instituciones benéficas o bancos de alimentos, o, como ocurre en nuestro caso, desde la generación de alianzas para poder ofrecer esos alimentos con importantes descuentos a las personas”, afirma Elena López. “Es de esperar que cada vez más empresas y comercios en todo el mundo puedan disponibilizar sus alimentos a través de estas plataformas, entregando un día adicional de vida a los alimentos y contribuyendo, también, a frenar estas tristes cifras que nos alejan de lograr un desarrollo para todos”, reflexiona.

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