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Fernando Velásquez, Gerente de Desarrollo de ECONSSA, por reúso de aguas en Antofagasta:

«Desde la rentabilidad social y los impactos que tienen las fuentes, esto es muy replicable a lo largo de todo el país»

Desde la empresa estatal concesionaria de servicios sanitarios, socios de la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (ACADES), trabajan para generar una nueva fuente de agua para la ciudad más grande del norte del país. Velázquez asegura que la desalación y el reúso son procesos que llegaron a Chile para quedarse.

 

El proyecto de tratamiento para el reúso y comercialización de las aguas servidas de Antofagasta contempla transportar las aguas servidas pretratadas por 16 kilómetros. ¿Qué tan novedoso es este proyecto en la experiencia chilena?

Es bastante novedoso desde lo que se ha hecho a la fecha. Más allá de las razones de por qué no se han desarrollado este tipo de proyectos en Chile, este es el primer proyecto de gran envergadura donde se reúsan aguas servidas domésticas que generan las ciudades. 

Estamos en la línea de poder generar una nueva fuente de agua, sobre todo en el norte de Chile, lo que produce bastantes efectos: en este caso actualmente esas aguas se están vertiendo al mar con solo un pretratamiento y no tienen ningún uso, por lo tanto, ahí ya se tiene un beneficio ambiental muy potente. 

Un segundo beneficio es que las aguas son para uso industrial y por lo tanto hay un efecto potente, porque en estricto rigor quienes utilizan esas aguas dejan de usar aguas continentales. 

Es un proyecto de economía circular que es muy relevante, el primero de esta envergadura en Chile. Entiendo que en Sudamérica viene a ser el proyecto más grande de este tipo. 

El reúso implica un cambio de mirada en la forma en que la sociedad se relaciona con el agua. ¿Qué tan avanzados o atrasados estamos en esta materia si miramos al resto de América Latina?

Sí, desde el punto de vista de América Latina nosotros tenemos niveles de servicio y calidad de servicio, en términos de agua, disponibilidad de agua y tecnologías para el agua bastante adelantadas. Sin ir más lejos el tema de la desalinización en Chile es un tema importante. Ya hay varias plantas de tratamiento de agua servida y ya hay varias plantas de tratamiento de desalinizadoras. Por lo tanto, lo que queda hoy es mejorar esos niveles y darles un uso distinto. 

El mejor ejemplo son esas aguas que van en las ciudades que tienen emisarios submarinos y por lo tanto vierten las aguas servidas, pretratadas, al mar.  Esas aguas se pueden utilizar. 

Es dar una nueva vida al ciclo del agua, permitiendo utilizar una nueva fuente de agua, en este caso para agua industrial. Por lo tanto, efectivamente comparado con Latinoamérica estamos un poquito más adelantados, pero desde el punto de vista de la cultura, creo que estamos aprendiendo cada día más efectivamente a poder mejorar todas esas condiciones. En Chile ya se sabe de esto porque llevamos 14 años de sequía. Esto no viene para pasar un rato, sino que viene más bien para quedarse. 

¿Qué porcentaje del agua que utiliza Antofagasta aportará este proyecto?

Lo que nosotros pretendemos es alcanzar ojalá el 100% del uso. Eso se dará exclusivamente en cuanto esté operativo el proyecto. Nosotros pretendemos que ese proyecto ya esté operando el año 2027. A partir de eso dependerá exclusivamente de la venta de agua que se haga, pero ya hay muchos interesados. 

El proyecto contempla 900 litros por segundo de caudal medio. Eso es del orden de más del 90% de las aguas de Antofagasta y el otro porcentaje lo estamos reservando para algunos proyectos de la propia ciudad, también para reúso, pero para riego de áreas verdes. Y en estricto rigor lo que nosotros pretendemos hacer es sacar el 100% de esas aguas para reúso y no vertir ni una gota al mar, esa es nuestra proyección.

Inicialmente en el 2027, cuando parta esto, deberían estar operando para entrega unos 400 litros por segundo, es decir, un gran porcentaje. Y progresivamente también, con algunos cierres comerciales que deberían hacerse, eso debería llegar en un corto tiempo, no más allá de 4 a 5 años, a venderse todo el caudal. 

¿Cree que es replicable esta iniciativa en otros sectores del país?

 Esa es nuestra apuesta y es lo que queremos. Por cierto que no ha sido fácil el desarrollo de este proyecto: nosotros lo venimos persiguiendo desde el año 2017. Tiene un periodo de maduración bastante amplio, bastante lento, sin perjuicio de que es muy replicable. Quizás en otras condiciones, desde el punto de vista comercial y de rentabilidad privada. Pero desde el punto de vista de rentabilidad social y de los impactos que tienen las fuentes, sobre todo continentales – porque es una nueva fuente alternativa – yo creo que es muy replicable a lo largo de todo el país. 

Bajo su perspectiva ¿Chile está trabajando a buen paso en encontrar nuevas fuentes de agua, o vamos atrasados?

Hay dos cosas que yo creo que nos falta en Chile. Yo creo que nuestro país ha sido de grandes decisiones en algún momento: una importante fue impulsar el tratamiento de las aguas servidas hacia fines de los años noventa. En una década o 12 años, se alcanzó casi un 100% del tratamiento de agua servida de todas las ciudades importantes en Chile. Eso fue un buen ejemplo de que se hicieron bien las cosas, pero hoy día nos faltan políticas públicas que nos permitan impulsar el desarrollo de este tipo de proyectos, tanto en la desalinización como en el reúso de las aguas servidas para uso industrial. 

Creo que se están tomando algunas decisiones importantes en este tiempo, y aunque falta empuje, creo que hay mucho recorrido también. Hay empresas y emprendimientos de este tipo, como lo que estamos desarrollando nosotros, que hacen ver que efectivamente todo esto es posible.

 Yo recuerdo una cosa que se dijo ya hace bastante tiempo: uno de los 10 países más afectados con el cambio climático es Chile. Y por lo tanto la mirada no solo tiene que estar puesta en que hay alternativas, sino que en cómo somos capaces de generar buenas políticas públicas e incentivos muy correctos para que todo esto se desarrolle. No estamos tan lejos, y por supuesto que necesitamos un ordenamiento también en el mundo del uso de las aguas a nivel de cuenca.

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Equipo Prensa
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