Como consecuencia de los cambios sociopolíticos a nivel mundial, la globalización de la economía, los efectos de la pandemia y el acelerado desarrollo tecnológico, se está produciendo una transformación en las distintas formas de trabajar y, en particular, en el quehacer de la ingeniería.

 

Hoy más que nunca resulta clave equilibrar las necesidades técnicas y operativas de los grandes proyectos de infraestructura con una buena planificación urbana, uso sustentable de los recursos y participación ciudadana, entre otras consideraciones.

 

Las regulaciones actuales y las partes interesadas exigen contemplar variables sociales y medioambientales para el desarrollo de nuevos proyectos, por lo que el factor sostenible ya no es sólo un ideal, sino un imperativo ético y legal.

 

En efecto, la industria de la construcción en general y los proyectos de infraestructura en particular tienen efectos ambientales significativos, ya que el sector fue responsable de más del 34% de la demanda energética y alrededor del 37% de las emisiones de CO2  a nivel mundial asociadas a la energía y sus operaciones durante 2021 (ONU).

 

Por ello, la reducción de las externalidades negativas exige de la visión de futuro y capacidad integradora de un/una ingeniero/a consultor, quien tiene la facultad de adaptarse a los procesos de cambio de la sociedad y está altamente capacitado para entregar soluciones atingentes, innovadoras y contemporáneas.

 

Es así como los contextos actuales demandan que seamos profesionales que tengamos una profunda comprensión de las tendencias actuales y futuras de la sociedad en términos de cambio climático, pandemia, avances en la ciencia y tecnología, como también sobre demandas sociales. De esta manera, podremos anticiparnos a las necesidades, incorporando una mirada sustentable y de participación ciudadana que permite un desarrollo armónico y prospectivo de los proyectos.

 

En el ámbito del cambio climático, la consultoría cumple un rol fundamental para identificar las consecuencias del aumento de la temperatura global y su impacto en la infraestructura existente, así como en los proyectos futuros.

 

El mundo necesita invertir US$ 90 billones en infraestructuras sostenibles a 2030, según estimaciones de The New Climate Economy. Para permitir el desarrollo sostenible de una infraestructura pública que mejore los estándares de vida de las personas, la mirada de un/a consultor/a experto/a es indispensable. Los beneficios son múltiples, no sólo para el planeta, sino también para la sociedad y para el desarrollo de la infraestructura.

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