Por María de Wysocki, Vicepresidente sénior y directora de sostenibilidad de la Oficina Principal de Sostenibilidad en Cisco.

A medida que nos acercamos a 2025, tras lo que probablemente será el año más caluroso registrado, la urgencia de abordar los desafíos interconectados del planeta nunca ha sido mayor. El cambio climático y la escasez de recursos requieren que las empresas, los gobiernos y las comunidades actúen con intención y escala.

Por ello, la capacidad de reducir el impacto ambiental y fomentar la resiliencia, garantizando que las comunidades, los ecosistemas y las industrias puedan adaptarse, prosperar y mantenerse frente a la incertidumbre es una tarea de todos. A continuación, se presentan seis tendencias de sostenibilidad que se espera que surjan en 2025:

Digitalización de la red. La inteligencia artificial (IA) tiene potencial para impulsar cambios positivos en la sociedad, pero requerirá un replanteamiento de las redes y de fuentes de energía más limpias, resilientes y confiables. Si anticipamos estos desafíos ahora, podemos construir la infraestructura adecuada para respaldar este futuro. Así es cómo podemos equilibrar las demandas de una sociedad en rápida digitalización e integrada con la IA y tener un planeta habitable.
La digitalización de la red eléctrica es esencial para satisfacer la creciente demanda energética y mejorar la seguridad energética. La integración de la IA podría transformar la forma en que se gestiona y distribuye la energía, creando sistemas más eficientes y confiables. Hay que diseñar redes, edificios, centros de datos y tecnología energéticas a prueba de futuro para cualquier necesidad energética que se presente, ya sea inteligencia artificial o cualquier otra cosa. Las ganancias en eficiencia también pueden respaldar una mayor asequibilidad y confiabilidad en todo el sector energético.

Economía circular. La migración de modelos de negocio lineales a circulares está transformando el funcionamiento de las industrias, creando oportunidades para reducir los residuos y maximizar los recursos. Pero todavía queda mucho por hacer. El Monitor Mundial de Residuos Electrónicos 2024 de las Naciones Unidas informa que “en 2022 se produjo un récord de 62 millones de toneladas de residuos electrónicos, un 82% más que en 2010; y se prevé que aumente otro 32%, hasta 82 millones de toneladas, en 2030”.
La circularidad debe estar en el diseño de productos y estrategias de ciclo de vida, permitiendo construir la sostenibilidad, creando productos duraderos y modulares que se puedan reparar, actualizar y reciclar fácilmente. Hay que empoderar a los clientes a adoptar prácticas más sustentables, ayudándoles a mantener materiales valiosos en uso durante el mayor tiempo posible.

Invertir en innovación. Se trata de un eslabón esencial para afrontar los desafíos de un planeta cambiante. A nivel mundial, se espera que las inversiones anuales en tecnología de energía limpia superen los 900 mil millones de dólares para 2030. La idea es seguir acelerando la innovación mediante la inversión en empresas que se alineen con una estrategia de sostenibilidad ambiental. Estas inversiones no solo proporcionan capital, sino que sirven como una señal para el mercado en general sobre lo que valoramos y hacia dónde creemos que se dirige el futuro.

Más impacto mediante asociaciones público-privadas. Ninguna entidad puede hacer frente por sí sola a desafíos ambientales como el cambio climático. El camino hacia un futuro más sostenible requiere alianzas entre sectores. Según un informe de 2023 del Foro Económico Mundial (WEF) en colaboración con McKinsey & Company, el 87% de las alianzas público-privadas-filantrópicas se centraron en las economías emergentes, que pueden ser menos capaces que las economías avanzadas de ofrecer soluciones de forma independiente. En 2025, prevemos un mayor énfasis en la colaboración público-privada, a medida que los gobiernos y las empresas se alinean para localizar esfuerzos y ampliar el impacto.

Desde los incentivos nacionales para la adopción de energía limpia hasta las iniciativas locales que promueven la conservación del agua, las asociaciones son fundamentales para reunir las políticas, el financiamiento y la innovación necesarias para lograr un progreso significativo.

Ojo a la energía nuclear y a la inseguridad hídrica. A medida que la demanda mundial de energía sigue creciendo, la energía nuclear está volviendo a entrar en el debate como una posible solución para obtener energía limpia y fiable, porque no produce emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Según el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), se prevé que la capacidad nuclear mundial supere en 2,5 veces a la actual para 2050. La energía nuclear se considera cada vez más parte de una combinación energética diversa necesaria para mantener objetivos climáticos ambiciosos, contribuir a la seguridad energética y satisfacer la creciente demanda de energía.
Al mismo tiempo, la inseguridad hídrica se está convirtiendo en uno de los desafíos de sostenibilidad más urgentes. Según WWF, alrededor de 1.100 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso al agua y 2.700 millones de personas sufren escasez de agua durante al menos un mes al año. El uso del agua está en el centro de la conversación sobre la IA generativa, ya que es un recurso clave que requieren los centros de datos que proporcionan la capacidad de procesamiento de la IA. En 2025, esperamos ver una mayor innovación en la gestión del agua y una mayor atención al acceso equitativo a este recurso vital.

Fomentar la resiliencia comunitaria. Se trata de una capacidad sistémica para adaptarse, recuperarse y prosperar en medio del cambio. Hoy en día, la tecnología está estrechamente integrada con la resiliencia, brindando el acceso y las capacidades necesarias para estar conectado y participar en la sociedad. 2.600 millones de personas en todo el mundo aún no tienen acceso a Internet e incluso entre los que están conectados, hay disparidades en calidad y asequibilidad.

Se espera que en 2025, la resiliencia sea la consigna de un movimiento en el que las comunidades locales estén en el centro de las soluciones para reforzar la infraestructura crítica.

La sostenibilidad ambiental implica mucho más que reducir el impacto climático. Hay que seguir apostando por la resiliencia para afrontar los desafíos de hoy y de mañana. En 2025, tenemos la oportunidad de liderar con intención, escalando soluciones que aborden los riesgos climáticos y empoderando a las comunidades para que se adapten y prosperen.

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