Al no estar reguladas las criptomonedas, el principal riesgo asociado a las operaciones con ellas es que abren ventanas a actividades ilícitas, blanqueo de capitales, lavado de dinero, entre otros aspectos muy negativos para los mercados de capitales, elementos que se encuentran más restringidos, al utilizar monedas tradicionales. Además, impactan en la estabilidad de los precios, debido a que la emisión de criptomonedas pueden generar presión de demanda en algunos sectores de la economía, generando burbujas de precios.

“Nos acostumbramos a tener emisores de monedas únicos, que actúan de manera centralizada, cuya institucionalidad se materializa, a través de un Banco Central. Estos cuentan con una posición sólida como rectores de la política monetaria, siendo un referente en la regulación financiera y política monetaria”, señaló Claudio González, director académico de diplomado, en el marco del webinar Moneda digital y criptomonedas: el desafío de riesgos, que fue organizado por una unidad de Educación Ejecutiva (UEjecutivos) del departamento de Control de Gestión y Sistemas de Información de la FEN U. de Chile.

Sin embargo, este escenario está cambiado. En el último tiempo, los entes reguladores han comenzado a debatir si es conveniente o no introducir en los mercados el uso de los criptoactivos –tipo de activo virtual, cuyo origen es la criptografía– y las criptomonedas –monedas virtuales que no pertenecen a emisiones de ningún Banco Central–, como alternativa a las monedas tradicionales y a las monedas digitales.

La diferencia radica en que las criptomonedas son monedas emitidas en una plataforma descentralizada denominada Blockchain, sin un único ente regulador de su emisión.  En tanto, las monedas tradicionales e incluso las monedas virtuales emitidas por reguladores son producidas de manera centralizada por Bancos Centrales o equivalentes.

“Tenemos varias posiciones de los Bancos Centrales. Hay algunos que son muy pro monedas digitales y otros que se han quedado rezagados en la autorización de este tipo de activos, pues están a la espera de poder determinar si se puede cerrar la ventana a los elementos de incertidumbre que traen consigo”, sostuvo el académico.

En este aspecto, existe una gran disyuntiva y discusión no resuelta entre los Bancos Centrales, respecto a entender el funcionamiento de estas criptomonedas, para poder acotar sus riesgos y analizar si es un mecanismo que pueden adecuar a la política monetaria local.

Y es que independientemente de sus riesgos, uno de los principales beneficios de las criptomonedas y también de las monedas digitales para la población en general es que resuelven problemas operativos de las transferencias internacionales, las cuales, actualmente, suelen ser engorrosas, al ser más lentas, requerir llenado de formularios e incurren en un alto costo.

Riesgos financieros

La primera preocupación que existe entre los Bancos Centrales y las entidades regulatorias por la utilización de las criptomonedas, se debe a que su uso masivo puede impactar de manera importante al sistema financiero, explicó González.

“Al no estar reguladas, abren ventanas a actividades ilícitas, blanqueo de capitales, lavado de dinero, entre otros, elementos que pueden ser restringidos en los medios tradicionales. Queremos evitar que a través de ellos, los capitales de orígenes desconocidos entren a la formalidad. Las criptomonedas abren un espacio a ello”, aclaró.

El académico advirtió que un segundo elemento tiene que ver con cuál es el impacto del dinero digital sobre la estabilidad de lo precios y la estabilidad financiera. “En la medida que estas y otras monedas virtuales puedan ser derivadas a distintas instituciones financieras, existiendo grandes variaciones de valor va a haber un impacto sobre la estabilidad financiera. Y la inestabilidad financiera nos conduce a un mundo riesgoso y es un ciclo que queremos evitar”, sostuvo.

También, se terminan generando efectos indeseados, tanto sobre los participantes, como en los intermediarios de las transacciones, más que en las monedas en sí. En ese sentido, los golpea, en la medida que los intermediarios, que son quienes permiten hacer las transacciones, caen en insolvencia. Ahí se genera el problema para el sistema financiero y la desconfianza sobre los activos de riesgo.

Sobre lo que ocurre en nuestro país, dijo se han generado avances para acercarse al mundo digital. De hecho, en mayo pasado el Banco Central publicó el informe “Emisión de una Moneda Digital de Banco Central en Chile”, en el que se evalúan los beneficios y desafíos que supondría la emisión de una moneda digital de este tipo.

El académico dijo que una manera de introducirlas como moneda de curso legal sería que la moneda digital se transforme en “una unidad de cuenta, como es el caso de la UF, que permita realizar operaciones y sea pagadera en términos del peso chileno para poder transar”.

“Deberíamos esperar que el establecimiento de monedas digitales esté exento de riesgos y no nos incremente el lavado de dinero o las actividades ilícitas, sino que nos permita cerrar las brechas en la materia”, puntualizó.

 

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