“El comité recomienda al Gobierno de Australia mantener la regulación existente en relación con la captura digital de datos”, sentenció la recomendación número 22 del Comité de Tecnología Financiera y Regulación Tecnológica de Australia, con la que rechazó la idea propuesta por representantes de la banca que buscaban prohibir el web scraping avanzado.

El nombre viene de “bookscraping” o “cuadernos de recortes” con los que niños juegan juntando recortes de papel. En la versión electrónica del scraping, las empresas toman datos a los que sus usuarios tienen acceso en distintos portales web y brindan servicios nuevos. Por ejemplo, juntar los movimientos que un usuario ha realizado con sus 3 bancos y mostrar lindos gráficos para entender lo que está haciendo con su dinero.

Aplicaciones como Chrome, Safari, Edge o Brave, entre más de 100 navegadores, usan los protocolos de seguridad para acceder a datos y realizar transacciones en páginas web. A eso lo llamamos web scraping básico. Estos mismos protocolos se usan por empresas Fintech para juntar datos y servicios de formas innovadoras, obtenidos de distintos portales, para agregar valor y producir bienestar. En este caso hablamos de web scraping avanzado.

Nuevas aplicaciones ofrecen centralización de gastos, acceso al crédito, financiamiento de empresas, mejores formas de pago, menores intereses y mayores rentabilidades, logrando dinamismo en la industria financiera. La creación de valor y la confianza del mercado explican que durante el 2021 el 18% del capital de riesgo se invirtiera en la industria fintech.

Lamentablemente hay prejuicios. El Ministerio de Finanzas de Canadá, indicó que el web scraping “requiere que las personas compartan sus credenciales bancarias y es inseguro, ineficiente, no regulado y no confiable, como técnica para compartir datos”. Fue una lamentable frase del 2021, en el contexto de la entrega de un informe sobre open banking que promueve el uso de Interfaces de Programación (APIs), pero no realiza un análisis del web scraping. De hecho, indica que en Canadá hay más de 4 millones de personas recibiendo servicios fintech gracias al web scraping avanzado.

Cuando la app de una fintech pide credenciales bancarias hay quienes desconfían, pero las mismas credenciales se ingresan en más de 100 aplicaciones como Google Chrome. De otra forma, habría que ir al banco. Razones estéticas han generado minorías transitorias, que se han resistido al web scraping avanzado, pero han terminado por entender que es bueno. La investigación del Senado de Australia concluyó que no existe evidencia de que los servicios brindados usando web scraping representen un riesgo adicional.

En Europa la norma PSD2 estableció la obligación de implementar APIs y los bancos pidieron que se prohíba el web scraping porque parecía innecesario. Fue un largo debate y finalmente se concluyó que es mejor mantenerlo como una opción. Las razones:

  • Completar la oferta de datos y servicios.
  • Mecanismo alternativo para contingencias de las APIs.
  • Una alternativa a las APIs permite mejores acuerdos.

Si Latinoamérica lo quiere hacer mejor, debería promover explícitamente el web scraping. Dar certezas es mejor que no prohibirlo.

Por Roberto Opazo, Director Ejecutivo de Khipu

 

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