Nicolás Cruz, presidente ejecutivo Fundación Junto al Barrio.

 

En nuestros 16 años de historia, hemos enfrentado múltiples desafíos en los más diversos territorios. Cada uno de ellos ha significado aprendizajes profundos que han dado forma a lo que llamamos el “modo Junto al Barrio”, una aproximación práctica de cómo gestionar comunidades, basada en la experiencia recogida en cientos de casos y localidades repartidas a lo largo de Chile.

 

Pese a la diversidad de experiencias acumuladas, ninguna es comparable con el desafío geográfico que nos planteó el equipo de Conexión Línea Kimal-Lo Aguirre: establecer una vinculación efectiva con más de 40 organizaciones sociales, en 28 comunas -y otras siete que se incluyen por el transporte de carga sobredimensionada-, correspondientes a cinco regiones, a lo largo de más de 1.346 km. Vinculación que sin duda es fundamental para el desarrollo de la nueva línea de transmisión eléctrica que es clave para la descarbonización del país.

 

Más allá de las grandes distancias que hemos cubierto a través de la accidentada geografía de nuestro país, lo que ya representa un desafío logístico en sí mismo, el principal objetivo que nos hemos planteado es propiciar una vinculación efectiva entre la empresa Conexión, su equipo de relacionamiento comunitario en particular,  y las comunidades, fortaleciendo el rol de los dirigentes, promoviendo la participación, la postulación y gestión de fondos público-privados, que puedan mejorar el territorio de manera sostenible. 

 

Fue así como surgió “Líderes en Acción”, iniciativa diseñada por Junto al Barrio y que se enmarca en la estrategia de vinculación de Conexión, que apunta a fortalecer a las comunidades y generar las competencias necesarias para que las organizaciones sociales relacionadas al proyecto puedan ser agentes de cambio. 

 

Fruto de este esfuerzo, han sido decenas los testimonios que hemos podido recoger. Como nos dijo una dirigente diaguita en Cachiyuyo: “valoramos que nos escuchen y que exista la voluntad de construir acuerdos que respeten nuestra visión”; o el líder de la comunidad indígena Alunai de Camarones: “aprendimos no sólo a hacer un buen proyecto, sino además a escuchar a nuestros vecinos”.

 

Estos relatos nos confirman el rumbo escogido. Tenemos la convicción de que debemos dejar atrás la mirada asistencialista para avanzar a un enfoque de desarrollo sostenible basado en la autogestión y colaboración, a partir de iniciativas integrales y de largo plazo. A la fecha, 170 líderes sociales han participado directamente de la iniciativa, impactando a más de 1.150 beneficiarios. En tanto, diez organizaciones ya han formulado proyectos y seis de ellas se han adjudicado fondos públicos y privados para materializar sus iniciativas. 

 

Pero la sostenibilidad va mucho más allá de lo económico: representa sobre todo un cambio de mirada. En palabras del presidente de un Servicio Sanitario Rural en Illapel, “este proyecto sobre todo nos sirvió para construir acuerdos con nuestros socios y gestionar los conflictos internos y externos que enfrentamos bajo una mirada de comunidad”.

 

Estamos seguros que este es el camino para seguir llevando desarrollo a los lugares más aislados, a través de alianzas público privadas donde la confianza y el trabajo colaborativo sean la base para el desarrollo de grandes proyectos de inversión, que beneficien a Chile y a sus localidades.

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