Las culturas varían, pero los fundamentos del liderazgo permanecen constantes dondequiera que estés.

Por Marcial Rapela

Hay una aplicación llamada Radio Garden que permite escuchar las ondas de las ciudades y pueblos de todo el mundo. Para usarla sólo necesitas girar el globo de Radio Garden a cualquier ubicación, hacer zoom en uno de los puntos verdes brillantes y sintonizar.

 

Escuchar las discusiones, la música y los anuncios de otras comunidades revela la variedad y diversidad de todo nuestro planeta, algo que ocurre en un mismo escenario, lo que nos demuestra que también tenemos mucho en común.

 

Habitualmente me encuentro en reuniones con equipos diversos tanto en su nacionalidad como en su género y cultura. Y cada uno de los integrantes, percibe al resto y los problemas de una forma particular, influenciado tanto por su cultura como historia.

 

Es así como la globalización, por un lado, y nuestra forma de percibir y entender el mundo por otro, nos presenta un constante desafío.

 

En un artículo titulado «Cuando la cultura no se traduce», publicado hace varios años en Harvard Business Review, la profesora del INSEAD Erin Meyer examinó el impacto que tiene la globalidad. «Las personas de diferentes países reaccionan a los insumos de manera disímil, se comunican de manera distinta y toman decisiones de otra manera», escribe. A medida que las empresas se mueven más allá de su geografía original, «la falta de comunicación se vuelve más frecuente y la confianza se erosiona».

 

Entonces, la pregunta es, ¿cómo superamos los desafíos para desbloquear esos beneficios? ¿Cómo trabajamos más allá de estos problemas sin volvernos imposiblemente burocráticos, y conservamos lo que hizo que la empresa fuera un éxito en primer lugar?

 

Para mí, comienza con el aprovechamiento de los principios universales de liderazgo y gestión de personas. Estos se basan en la ciencia fundamental del comportamiento: cómo actúan los seres humanos y por qué.

 

A pesar de nuestras diferencias, la forma en que reaccionamos al cambio, ya sea que se perciba de manera negativa o positiva, es similar, estando en Roma o Beijing.

 

En su forma más simple, el liderazgo efectivo se basa en la capacidad humana universal de conectarse con los demás, empatizar e inspirar. Las recompensas pueden ser significativas, incluso mágicas, independientemente de la ciudad o el país en el que estás, como dice la canción, es un mundo pequeño después de todo.

 

Con la globalización y la multiculturalidad muchos fundamentos de liderazgos se pueden perder, pero si existe un líder con grandes capacidades de gestión y apoyo para cada uno de sus colaboradores, no solo en lo profesional, sino que también en lo emocional, la distancia no debe ser un impedimento sino una oportunidad de crecimiento.  Hoy más que nunca necesitamos ese tipo de liderazgo para ser compañías multinacionales y multiculturales, porque sin ellos el camino se dificulta y las posibilidades de transformación y crecimiento se acaban.

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