Carlos Waech, CEO Uroff

En pocas semanas nuestra sociedad cumplirá dos años y medio sumida en una profunda crisis generada por la pandemia del Covid-19, tiempo donde nuestra forma habitual de vivir, trabajar y desenvolvernos cambió radicalmente. Y este cambio, está afectando a las empresas, organizaciones y mercados, las que no han sido capaces de asimilar y aplicar con velocidad las nuevas variables, hechos que hoy se presentan como una amenaza para su futuro desarrollo.

En el mercado de oficinas, las empresas están volcándose a modelos más austeros y funcionales, dando cuenta que el modelo a corto y mediano plazo será el “modo híbrido”, donde permanecerá el teletrabajo, más ciertas actividades presenciales esenciales. Esta realidad se ve refrendada por una histórica vacancia de oficinas que llega al 8.2% (según Cushman & Wakefield), hecho que está poniendo nerviosos no sólo a sus dueños sino también, a decenas de fondos de inversión inmobiliarios que han visto congeladas sus entradas por casi 18 o más meses. Y a nivel mundial, se piensa que esto es sólo el comienzo; esto porque según un reciente estudio de Accenture, se afirma que el 99% de los CEO a nivel global ya está reduciendo sus inversiones en oficinas y las está reasignando en tecnologías y en potenciar talentos.

La tendencia ya es un hecho global. Compañías como Apple y otras gigantes tecnológicas que privilegian el trabajo presencial para así potenciar las sinergias inter-equipos, están viviendo momentos apremiantes, debido a la negativa de muchos de sus trabajadores a volver a sus escritorios, hechos que han generado públicos reclamos, cartas rogativas a sus CEOs o simplemente renuncias masivas, ya que los colaboradores de la nueva era sienten que es posible trabajar de una mejor forma y siendo incluso más creativos, si cuentan con mayores dosis de libertad, una mejor administración de sus tiempos y también, estando fuera de la mal llamada “cultura corporativa presencial”, donde se eliminan las desconfianzas únicamente si la jefatura ve a sus trabajadores sentados en sus escritorios, algo muy parecido a un modelo escolar clásico.

¿Qué sucederá para el futuro? Los modelos matemáticos y científicos indican que la pandemia del Coronavirus podrá controlarse y convertirse en una endemia, no antes de dos años. Y ante esto, está claro que las economías, los estados, las empresas, las organizaciones, los centros estudiantiles, las sociedades y de paso, nuestra psiquis y nuestros bolsillos, no podrán seguir aguantando aislamientos, encierros y paralizaciones masivas.

Es por esto, que las medidas que están tomando empresas como Google, Amazon o Microsoft en Estados Unidos, que han decidido de facto que el modelo de trabajo será flexible, híbrido y con ciertas obligaciones presenciales, no sólo será el futuro para el desarrollo de sus compañías, sino que, además, ayudará a retener el talento. Europa también lo tiene claro: según una última encuesta realizada por Owl Labs, el 89% de las corporaciones del continente asumieron que el futuro laboral será híbrido, donde el 93% de ellas ya está invirtiendo en nuevos modelos, tecnologías e infraestructuras para un renacer tras la “pandemia dura”.

Frente a este panorama, el llamado a los CEOs locales y a los inversionistas inmobiliarios es actuar ya mismo. La innovación, la disrupción en las ideas y la flexibilidad en la toma de decisiones serán cruciales para el potenciamiento y la retención del talento en las organizaciones. Mientras que la pérdida del miedo, el invertir en reconversión y el asumir que el escenario mundial cambió para siempre, permitirá que los tenedores de espacios de trabajo -hoy vacíos-, puedan darle nuevos usos para que puedan prestar servicios a teletrabajadores que requieran de una mejor infraestructura cerca de sus casas o simplemente, puedan entregar nuevos servicios de oficinas compartidas que permitan rentabilizar el metro cuadrado que hoy sigue bajando drásticamente su valor

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