• Por Gerardo Herrera Perdomo, Director General de Marsh Advisory Latinoamérica

    El último reporte del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) confirmó que este fenómeno es consecuencia de acciones humanas específicas y que la escala de las alteraciones que sufrimos hoy no tiene precedentes en cientos de años.

    La lista de eventos causados por el cambio climático es extensa y va desde incrementos sensibles en los niveles de temperatura, deshielo de glaciares, ascenso en el nivel de los mares, olas de calor extremo, inundaciones súbitas, y/o tormentas o sequías inusuales; siendo este último el gran riesgo para Chile. En efecto, el análisis señala que los registros del ancho de los anillos de los árboles han proporcionado evidencia que los recientes períodos de sequía prolongada en el país no tienen precedentes en el último milenio.

    Estas conclusiones no deberían ser una sorpresa. El último Informe Global de Riesgos del Foro Económico Mundial, realizado en colaboración con Marsh McLennan, mostró que 4 de los 5 principales riesgos por probabilidad, y 3 de los 5 principales riesgos por la fuerza de su impacto, están directamente relacionados con el clima y el medio ambiente.

    Sin embargo, pese a que cada día es mayor la conciencia del riesgo que enfrentamos, múltiples medidas de mitigación y de adaptación no se han materializado. Es posible que el fracaso en la acción contra el cambio climático esté a punto de convertirse en nuestra próxima gran “pandemia” para toda la sociedad global. El futuro pasa necesariamente por una resiliencia climática y todos como sociedad, individuos, gobiernos y empresas, debemos ser parte de la solución. La colaboración entre sector público y privado es clave para minimizar la probabilidad de este riesgo catastrófico.

    Por todo lo anterior, es importante aceptar que el cambio climático está rediseñando el panorama de riesgos.  Los retos para empresas, gobiernos e instituciones financieras son enormes; la presión de inversionistas, accionistas, activistas sociales y consumidores con respecto a las estrategias de sostenibilidad de las compañías sigue creciendo a un ritmo exponencial. Es por esto que los factores de ESG asociados a la construcción de resiliencia están ganando cada vez más peso frente a los puramente financieros.

    La vida hoy de las empresas exitosas se centrará en desarrollar nuevos escenarios, don ESG se convierte en una herramienta para motivar y atraer talento, aumentar la eficiencia de la utilización de los recursos, desarrollar nuevos bienes y servicios bajos en carbono y, especialmente, aportar mayor valor a las comunidades.

    Ante este nuevo panorama, las empresas deben poner en el centro de su estrategia la construcción de una verdadera resiliencia climática con un liderazgo corporativo fuerte, capaz de gestionar el riesgo de forma integral. La clave, en ese sentido, es anticipar el riesgo, cuantificar su impacto en las distintas áreas del negocio y las posibles pérdidas asociadas.

    Si bien el cambio climático requiere de acciones inmediatas, los gobiernos se debaten en cómo darle prioridad considerando la recuperación económica de la pandemia o a la transición tecnológica que enfrentamos. Sin embargo, al igual que con la Covid 19, los impactos del cambio climático serán diferentes según el país, pero es importante considerar que un cambio hacia una producción y un consumo más ecológico no se puede retrasar hasta que revivan las economías, donde una vez más, la colaboración público-privada se convierte en la clave y eje fundamental para gestionar de forma eficiente el riesgo climático.

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