La industria minera y la economía circular pueden jugar un rol estratégico en medio de una crisis medioambiental que exige un mayor compromiso y conciencia respecto de la huella e impacto con el entorno. Uno de los aspectos más controversiales son los plásticos de un solo uso, actualmente en Chile se utilizan más de 55 mil toneladas anuales de PET virgen para la fabricación de envases, cuyo reciclaje sólo alcanza el 15% según datos de ASIPLA.

 

Y la industria minera no está ajena a esta realidad. Es sabido que cada uno de los 250 mil trabajadores de la minería, por norma, deben consumir entre 5 y 6 litros de agua al día, situación que se traduce en más 1.650 toneladas de plástico al mes y 19.800 toneladas al año que se desechan en vertederos y rellenos sanitarios. Esta alta generación de residuos es alarmante, más aún si se le compara con las poco menos de 8 mil toneladas al año que se produce por consumo domiciliario en el resto de la población.

 

El rol de la economía circular y el compromiso con el destino de los residuos que generamos son claves para lograr revertir los grandes volúmenes de plástico que se acumulan, pues a causa de la escasa recuperación de plásticos en el país, las empresas se ven obligadas a importar más de 10 mil toneladas de plástico reciclado, de desechos y envases recuperados en otros países, para ser utilizados como materia prima de nuevos envases PET.

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Recientemente, se celebró la Política Nacional Minera 2050, que fomenta nuevas estrategias de economía circular e impacto medioambiental en el sector. Pues si bien en Chile ha existido un impulso por incentivar prácticas más sustentables en las operaciones mineras, como lo han sido los pasivos ambientales generados por el abandono de tranques de relave, la sobreexplotación hídrica de cuencas y la contaminación atmosférica generada por las fundiciones, entre otras, es necesario profundizar el compromiso con el impacto que podrían generarse en todos los niveles de su cadena productiva.  Es ahí donde la adecuada gestión de residuos de consumo es una muestra de coherencia medioambiental.

 

Un manejo adecuado de los desechos, además de contribuir a una minería más amigable con el entorno, puede significar una ventaja competitiva para proveedores que buscan incentivar el reciclaje de sus productos. Pues, debemos considerar la entrada en vigencia de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor, también conocida como Ley REP, que establece obligaciones de los productores respecto a los residuos finales de sus productos, a fin de mejorar las tasas de reciclabilidad en Chile, en sintonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.

 

La Ley REP apunta a disminuir la generación de residuos de envases y a fomentar el uso más eficiente de recursos, reintegrando materiales a la economía, generando mecanismos de innovación, empleos y una disminución del impacto ambiental por parte de los productores. Esto último, no sólo dota de un valor agregado al producto, sino que da cuenta del compromiso medioambiental de sus consumidores, más aún si involucra a áreas tan relevantes como la minería.

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