Trabajar en el tema de ciberseguridad se transforma en algo de vital importancia para los diferentes países del mundo. Solo como dato, en Chile el 2021 según Fortinet (empresa de software), tuvimos la espeluznante cifra de 9 mil 400 millones ciberataques, cuatro veces más que el año 2020.
Este es el gran desafío de la era digital es el 5G y 6G, la realidad virtual, la I.A., las empresas Fintech y sobre todo el cuidado de la seguridad de los diferentes países. Por una parte, las empresas privadas, quienes manejan gran parte de todos los datos de la sociedad, y por otro, el mundo público, quien maneja los temas delicados de seguridad.
Es verdad que el gasto en ciberseguridad ha crecido sosteniblemente en estos últimos años. En ese sentido, el portal Cybersecurity Ventures (2020) expresa que desde 2004 el mercado global de ciberseguridad pasó de los 3.500 a los 120.000 millones de dólares en 2017, con lo cual creció 35 veces a su tamaño original en dicho período y se prevé que el gasto mundial en productos y servicios de ciberseguridad para la defensa contra el ciberdelito supere los mil millones de dólares de forma acumulativa durante el período 2017–2021. Con ello se anticipa un crecimiento del 12% al 15% anual hasta 2025.
Tayikistán es el país con menos seguridad cibernética del mundo, seguido de Bangladés y China, mientras que el más seguro es Dinamarca, ya que sus ataques han sido bastante bajos con respectos a todos los demás, debido a sus políticas públicas, no solo en el ámbito privado, sino que también en lo gubernamental.
Chile, como varios países de Latinoamérica, cuenta con una Política Nacional de Ciberseguridad o una Estrategia Nacional de Ciberseguridad que se compone de puntos bastante claros; contar con una infraestructura de información fuerte y resiliente, el Estado velará por los derechos de las personas en el ciberespacio, se debe desarrollar una cultura de la ciberseguridad que gira en torno a la educación, buenas prácticas y responsabilidad en el manejo de tecnologías digitales y establecer relaciones de cooperación en ciberseguridad con otros actores y promover el desarrollo de una industria de la ciberseguridad, que sirva para cumplir con los objetivos estratégicos.
Esto, no asegura en absoluto que estos puntos se puedan cumplir a cabalidad, por una parte debido a que nos hemos visto con una pandemia que ha acelerado los ciberataques y ha retrasado las medidas de seguridad. Con este hecho empírico podemos observar que la solución será mucho más compleja que tener escrita una política de ciberseguridad con puntos claros a trabajar y un plazo de entrega.
Sebastián Jaramillo Bossi, CEO de Kuick.
Equipo Prensa
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