Por Federico Antico, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, y María Julia Wiener, investigadora postdoctoral Universidad de Chile

Según datos de Asociación Gremial de Industriales del Plástico(Asipla), el reciclaje de plásticos en Chile creció un 11% en 2020, lo que implica que, de las 970 mil toneladas de plásticos que se consumieron en Chile ese año, se valorizaron 92.716 toneladas, equivaliendo a un 9,6% del consumo total de plásticos en el país.

Chile no es ajeno a la realidad global, según la OECD, a nivel global se está produciendo el doble de desechos plásticos que hace dos décadas, y la mayor parte termina en vertederos o se incinera, y solo el 9% se recicla con éxito. Hay un problema aún mayor al bajo porcentaje de reciclaje que es la mala gestión de los plásticos que hace que terminen dispersos en el medio ambiente. Según la OECD a nivel global representa el 22% del plástico producido. Un ejemplo de esto son las 7 islas de plástico en los océanos, la mayor de ellas en el Pacífico.

El aumento de la población y los ingresos per cápita son proporcionales al consumo de plásticos a nivel global. La principal solución para reducir los desechos plásticos es frenar su uso, y esto debe partir desde el consumidor, quien tiene poder sobre lo que consume, y desde los fabricantes de productos que puede decidir utilizar materiales alternativos.

Las proyecciones del problema, considerando la ley REP y el decreto Nº12 del Ministerio del Medio Ambiente, que define metas de valorización para los distintos tipos de embalajes y productos plásticos que se generan por las grandes empresas; se anticipa un significativo aumento del porcentaje de reciclaje de los plásticos en los próximos años, ello considerando que existe capacidad instalada disponible para reciclar en Chile, según lo reportado por Asipla.

Las consecuencias de la contaminación plástica son múltiples y cuantiosas. Bill Gates lo explica muy sencillamente en su último libro: los plásticos contienen carbono, el cual se combina con oxígeno e hidrógeno formando uniones fuertes que hacen que los plásticos demoren cientos de años en degradarse. Eso implica que los plásticos que van a los mares y a los vertederos estarán mucho tiempo allí, intactos, antes de degradarse, ocupando espacio de tierra valioso que podría utilizarse para otros usos, contaminando los ecosistemas naturales en los cuales se encuentre por cientos de años, y afectando a la calidad de vida de los sectores donde estos desechos se disponen. La mejor herramienta para frenar la producción de basura es no generarla.

Para reducir el consumo de plásticos son necesarios marcos regulatorios que restrinjan o condicionen los patrones de consumo y que promuevan el reciclaje. Un ejemplo es la implementación de la ley Nº21.100 que impide que el comercio entregue o venda bolsas plásticas a sus clientes para el transporte de mercadería.

Para avanzar en el reciclaje de plásticos, además de las metas que promueve el decreto 12 que pone objetivos de recolección y valorización para las grandes empresas, es importante avanzar en sistemas de recolección diferenciados, por ejemplo recolección puerta a puerta o aumento de disponibilidad de puntos limpios en todo el país, para aumentar así la tasa de reciclaje de residuos domiciliarios. También es importante un componente de educación civil, de modo que el productor mejore la identificación de los distintos tipos de plásticos y los clasifique adecuadamente para disponerlo en las rutas de reciclaje correspondiente.

Si bien la ley REP está en sus primeras etapas de implementación, uno de sus mayores impactos es la revisión de los materiales que la industria utiliza en sus productos y la búsqueda de alternativas de valorización que desarrollen y promuevan la economía circular. Se generan oportunidades y desafíos para innovar y emprender, tanto desde la producción de envases y productos más eficientes con menos producción de descarte y residuos, como así también en la industria del reciclaje que debe dar respuesta a una demanda creciente. Los desafíos también tienen que ver con la educación ambiental de la ciudadanía necesaria para sostener y exigir la implementación de las leyes asociadas, para cambiar hábitos de consumo, y para contribuir al esquema propuesto de economía circular. Otro desafío en Chile es el desarrollo de la infraestructura necesaria para cumplir con las metas de valoración, y la aplicación de la ley en todo el país, considerando que tanto las industrias de envases como las industrias del reciclado están localizadas mayormente en la zona central. La economía circular requiere de la activación de diversos actores en el ecosistema (industria, Estado, academia y emprendedores), de políticas y normativas eficientes y de ciudadanos más empoderados y responsables.

 

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