Por Cristina Figueroa Vargas, Negociadora climática del Departamento de Mitigación y Transparencia, División de Cambio Climático del Ministerio del Medio Ambiente, y
Mentora del Programa PROVOCA de AUI/NRAO.
Hace algunos meses tuve la oportunidad de incorporarme al Ministerio del Medio Ambiente y formar parte de la delegación nacional de negociadores, que reúne expertos de diferentes ministerios y organismos públicos con experticia en diversas áreas vinculadas al cambio climático. Teniendo la oportunidad de ir a representar la posición de Chile en discusiones acerca de los mercados de carbono y negociar bajo el marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre cambio climático en la convención climática COP27, en Egipto.
El próximo 12 de diciembre se conmemora un nuevo aniversario desde la adopción del Acuerdo de París, resultado obtenido en la COP21, que estableció por primera vez objetivos a largo plazo para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, buscando limitar el calentamiento global muy por debajo de 2°C, preferentemente a 1,5 °C, en comparación con los niveles preindustriales. Hoy, 7 años después de la adopción de este acuerdo, aún tenemos una gran deuda pendiente, los pocos avances logrados en esta COP para llevar adelante la ambición en mitigación y cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, dejan un gran desafío de aquí en adelante si queremos mantener vivo el objetivo de 1.5 °C.
Poder participar de estas negociaciones significó para mí una experiencia de aprendizaje única, ya que asumí la responsabilidad de representar a mi país en las negociaciones de mercado de carbono junto a profesionales de otros ministerios. Pude vivir el cómo, a través de un trabajo en conjunto y transversal, se busca liderar en las decisiones globales de cambio climático, resguardando la posición de nuestro país.
Compartí escenario con expertos de diversas áreas y países, lo que me permitió conocer otras realidades y desafíos, y comprender, en ese contexto, los significativos avances que se han alcanzado en Chile y el rol del país en estas negociaciones. Papel que ha ido tomando fuerza y que se pudo ver reflejado en los grandes resultados facilitados gracias al equipo negociador chileno como la creación del fondo de pérdidas y daños, y la determinación de métricas para el cálculo de las emisiones comunes para todos los países.
Ahora, después de esta experiencia, me siento inspirada y motivada de trabajar para ir zanjando los temas que quedaron pendientes de acordar en esta COP27, como las emisiones evitadas y la remoción de emisiones. Temáticas que se irán evaluando durante el 2023 junto a los otros países para llegar el próximo año a una nueva COP en Dubai; siguiente instancia en la que podremos llegar a buscar consensos para operacionalizar los mercados de carbono y reflexionar acerca de los compromisos asumidos y los desafíos identificados.
Como mentora de un programa como PROVOCA, que busca promover una mayor participación de mujeres en carreras STEM (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas), no puedo dejar de mencionar mi sorpresa al ver la baja participación femenina en las delegaciones nacionales de negociadores. Según una reciente publicación de la BBC, menos de un 34% de los negociadores en la COP27 fueron mujeres. Si bien la delegación chilena sí demostró paridad, resulta preocupante que en años en que género es un tema relevante en las negociaciones climáticas, haya tan poca representación de mujeres.
Las mujeres no podemos tener baja representación en reflexiones colectivas y discusiones tan significativas como son aquellas que competen al cambio climático. Hoy en día la incorporación de la perspectiva de género en el análisis de los efectos del cambio climático va tomando cada vez más relevancia, visión que toma más peso considerando que las mujeres representan cerca del 49% de la población mundial y el 80% de los refugiados climáticos son mujeres según datos de la ONU. Además, según estudios científicos que consideraron cerca de 91 países, las parlamentarias mujeres generan que se adopten políticas de cambio climático más rigurosas en los países, lo que resulta en menos emisiones de carbono. Entonces, debido al rol de la mujer en la toma de decisiones de cambio climático, si queremos aumentar la ambición y llegar a decisiones más representativas, al menos habría que partir por una mayor paridad de género en todas las temáticas de las negociaciones durante la COP.
El cambio climático nos exige movilizarnos como Estado, academia, industria y sociedad civil, de otro modo no lograremos los cambios que nuestro planeta necesita para sostener los objetivos establecidos bajo el Acuerdo de París. Como ingeniera civil industrial con especialización en cambio climático comprendí los desafíos y beneficios de impulsar una economía sustentable, y co-construir una sociedad sostenible y respetuosa con el medio ambiente. Por eso, no quiero dejar de hacer un llamado a las niñas y mujeres que sientan esa pasión por construir un futuro mejor, sustentable y consciente con el medio ambiente, a que rompan los paradigmas, y así luchemos por lograr grandes cambios, influir en la toma de decisiones y hacer valer nuestro punto de vista desde nuestra perspectiva.
Equipo Prensa
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