Los múltiples y complejos desafíos de la educación post pandemia nos interpelan como sociedad. Muchas son las comunidades educativas que hoy están luchando por la recuperación de aprendizajes, la convivencia escolar y el bienestar socioemocional de miles de niños, niñas y adolescentes. No podemos olvidarnos de tantos líderes educativos que, dentro y fuera del aula, están enfrentando un adverso contexto socioeducativo, marcado por grandes retos de acceso, segregación, protección de trayectorias educativas y desarrollo de habilidades.
Sabemos que la educación es fundamental para el desarrollo e integridad del ser humano en la sociedad. Y también sabemos que su rediseño en Chile implica participación de financiamiento público, mejoramiento de los espacios educativos, disminución de la brecha digital y que los estudiantes aprendan a convivir juntos, más allá de los sesgos socioeconómicos que los encasillan en clases sociales.
Estos desafíos centrales han surgido tanto desde la gestión de financiamiento de proyectos educativos, como en el diálogo con directivos, sostenedores y líderes en educación, que buscan oportunidades en el sector financiero, para abordarlo y resolverlo. Son muchos los actores involucrados en la búsqueda de financiamiento, y muchos de ellos llaman a la puerta de la Banca Ética para abordar estas inquietudes desde una nueva forma de hacer economía: con un sistema financiero capaz de impactar positivamente el ecosistema, desde la sostenibilidad e innovación.
Es positivo ver cómo se moviliza la Banca Ética para potenciar desde el sistema financiero proyectos educativos que aportan a la libertad de pensamiento, la creatividad y el desarrollo personal, gestionando créditos para instituciones educativas comprometidas con las personas y que generan soluciones de impacto frente a los desafíos de inclusión, calidad e innovación.
Creemos también que es destacable la experiencia de Banca Ética en gestión de créditos para educación escolar, ya que abarca una cartera de inversión de impacto compuesta por 24 instituciones de educación, en 7 regiones del país, alcanzando un financiamiento superior a los 10.000 millones de pesos. A través de esta cartera, durante 5 años se ha podido conectar a más de 2.250 inversionistas con organizaciones educativas que necesitan financiamiento, colaborando así con una mejor educación.
Hoy, continuar potenciando la sostenibilidad de proyectos educativos es crucial. Para que las instituciones sigan dejando una huella positiva en miles de estudiantes, necesitamos del compromiso de toda la sociedad, dado que contar con una adecuada inversión de recursos en educación tiene un enorme impacto.
Equipo Prensa
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