Por Rodrigo Mena, country manager de SUMA Móvil Chile.

En un abrir y cerrar de ojos, muchas tecnologías quedaron atrás. Otra de las millones de consecuencias que dejó la pandemia, ya que hasta antes de la paralización que provocó, los sistemas, aplicaciones y plataformas funcionaban de acuerdo a la carga y demandas.

Lo cierto es que, durante la pandemia, los servicios y requerimientos digitales aumentaron a niveles inéditos, exigiendo a la industria de telecomunicaciones invertir en nuevas soluciones, mejores capacidades y en una renovación ágil de su parque tecnológico.

Sin embargo, aunque parece que las nuevas tecnologías abarcan cada espacio del mundo, hay muchas que están quedando atrás dando espacio a la obsolescencia tecnológica. Se trata de un riesgo inherente en los proyectos de transformación digital que siguen su curso en diversas compañías, organizaciones y Estados alrededor del mundo. 

Un fin de ciclo pulverizado por la pandemia

Cumplido un ciclo, es necesaria una actualización o renovación. Ciertamente, el mantenimiento de nuevos software basados en inteligencia artificial (IA) es bastante complejo y desafiante con tecnologías obsoletas. Y la razón es tan simple como devastadora: los requisitos hace tres años eran muy distintos a los de hoy. 

Además, las tecnologías antiguas requieren de profesionales con conocimientos específicos, ralentizando la eficiencia a la hora de resolver problemas y requerimientos que hoy exigen agilidad y rapidez. 

La revolución que supone el big data, la nube, internet de las cosas, IA, 5G, entre otras, funciona sobre arquitecturas y condiciones que, si no están dadas, no son explotadas de la manera correcta. 

Usuarios sofisticados y empoderados

El cliente no perdona. Hoy más que nunca, se encuentran utilizando aplicaciones y plataformas web que no pueden parpadear ni detenerse. Si la experiencia no es prolija y con interrupciones, la calidad es puesta en duda rápidamente. 

Dicho de otra manera, los nuevos patrones de consumo y de interacción de los consumidores con lo digital exigen tecnología de última generación. Y, en el caso de falla, que esta sea detectada y solucionada en minutos. Y aquello solo es posible con tecnología de vanguardia predictiva. 

La tecnología no para de evolucionar. De hecho, contradictoriamente, es la propia responsable de su devaluación debido al progreso. Y muchas veces, esa tecnología que reemplaza a la otra no tiene que ver, necesariamente, con la disfuncionalidad de su predecesora. Simplemente, ofrece mejoras. 

Una industria a prueba

Más y mejores conexiones, altos flujos de información, menores interrupciones de servicios, baja latencia y una alta velocidad son parte de los parámetros que hoy deben proteger las telcos.

No importa si es para trabajo remoto, juegos en línea, servicios de streaming o redes sociales, la industria de telecomunicaciones está viviendo una época de alta demanda y debe afrontarla sin obsolescencia tecnológica.

Los riesgos no son menores. La interrupción o falla en el servicio produce molestia en los consumidores que afecta a la imagen empresarial. Y hoy Chile tiene una alta competencia. A ese mercado apunta los Operadores Móviles Virtuales (OMV), para dinamizar aún más la industria con tecnología estable, escalable y renovada.

 

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