Hoy en día vivimos en un mundo donde la tecnología nos ayuda a resolver los problemas. Donde no sabemos algo y la inmediatez de abrir el navegador y buscar en Google “que todo lo sabe” nos otorga la respuesta.
Más ahora en la era de la IA, donde si necesito hacer algo, simplemente debo saber cómo completar el prompt de la interfaz de IA que utilice para que me realice el resultado más óptimo a lo que busco.
Pero, todo esto tiene un lado B. ¿Cuál?
Pues los buscadores van guardando nuestras búsquedas y, en base a eso, nos van haciendo sugerencias o limitando los resultados según nuestro pensamiento, o lo que ellos piensan que es nuestro pensamiento. O sea, que los algoritmos generan lo que se conoce con la Burbuja de Filtros, donde la “realidad que encontramos” no es la realidad, ni la totalidad, si no, lo que el filtro encontró como más óptimo para mostrarnos.
Esto genera que quienes no están conscientes de esto jamás se cuestionen si hay algo “más allá” de lo que el resultado de la búsqueda arrojó, o si lo que me trae la interfaz de IA es limitado o no.
Además se asume que los primeros resultados de la búsqueda son más importantes y relevantes a lo que buscaba.
Estos resultados son mostrados no según relevancia si no que detrás hay todo un negocio de que si quieres “ser visto” debes pagar ciertas sumas de dinero que “te harán visible”, si no, quedarás relegado a las últimas páginas del resultado de búsqueda. No se culpa a nadie, después de todo es su negocio y lo han pensado muy bien, a tal punto que si no tengo tu historial de búsqueda, te ofrezco el navegador, y si quiero saber qué haces en todo el día y cuáles son tus costumbres, te ofrezco el sistema operativo para tu smartphone, con lo cual terminan sabiendo más de uno, que uno mismo.
El otro día, luego de hacer trámites, nos subimos al automóvil con mi esposa y el teléfono le presentó un mensaje “Vas a regresar a casa, te sugiero tomes este camino que está menos congestionado”, a lo que mi esposa ante la sorpresa se preguntó “¿Y cómo sabe que vamos a regresar a casa?”. Pero el punto no viene por acá. El punto es… no dejemos de pensar. No caigamos en una manipulación donde los que tienen información sobre nuestra vida nos sesgan la mirada con la información que ellos desean o piensan que es más apropiada para nosotros.
A la vez informemos para que los jóvenes tomen conciencia y empiecen a desarrollar su sentido crítico, busquen información más allá de la sugerida por la burbuja de filtros, vean la realidad en su totalidad, puedan sacar sus conclusiones y así no perdamos el sentido crítico, el sentido del pensamiento colectivo, de pensar en grupo, de generar esa exteligencia humana provista de los elementos que no tiene la IA, como sentido moral, conciencia, ni sentimientos, nosotros sí, y, por eso, la unión de muchas personas puede generar la exteligencia humana que puede luego alimentar a la IA, pero siempre y cuando no dejemos de pensar.
Pensar es el acto más revolucionario que el hombre puede tener, sostenía Enrique Pichon-Riviere, pues con el pensamiento puede cambiar y revolucionar su entorno, modificándose a sí mismo.
Sigamos siendo revolucionarios libres, creando nuestro propio concepto y teniendo nuestra realidad según nuestra libertad nos dicte, y rompamos las burbujas de filtros que nos limitan, manipulan y generan millones de dólares a quienes la manejan, a costa nuestra.
Sergio Satulovsky Ceo de InnovAgile Group
Equipo Prensa
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