Por Maximiano Olguín Flores, Prevencionista TCSA Grupo ARTISA
Los transportistas se ven enfrentados a diversos riesgos en la carretera. Los robos, asaltos y secuestros son los principales problemas, tanto para las empresas de transporte como para los conductores que ven expuesta su seguridad. Las pérdidas económicas a causa del robo de mercancías o secuestro del vehículo son un gran golpe a la rentabilidad de la empresa. Además de accidentes de tránsito, generalmente, por la imprudencia de los conductores.
En efecto, según datos de CONASET, en los últimos 10 años se registró un promedio de 80 personas fallecidas y 6.400 eventos de camiones por año, siendo la principal causa de accidentes la imprudencia del conductor (colisión y choque).
En ese escenario, para resguardar la integridad de personas y transportes, es vital tomar algunas medidas, como implementar GPS al 100% de la flota y dar uso a esta herramienta de control diario para verificar que las velocidades máximas estén acorde a la normativa vigente. Asimismo, aplicar plataformas de control al seguimiento de las cargas dispuestas por los mandantes y utilizar los puntos de aparcadero, previamente establecidos y georreferenciados.
Por otro lado, es vital entregar una capacitación permanente a los conductores en conceptos de manejo defensivo y cultura vial; reforzar las competencias a los conductores y capacitar sobre las nuevas tecnologías con que cuentan los tractos, asociadas a mejoras en el rendimiento de los mismos, en la conducción y los sistemas de seguridad del equipo; respetar horas de conducción y descanso regulado por la ley vigente; y crear incentivos económicos de buenas conductas viales.
A lo anterior, se puede agregar la realización de exámenes pre ocupacionales y ocupacionales; psicosensométrico riguroso; control aleatorio de alcotest y narco test; y mantener el control del grupo etario y seguimiento a enfermedades crónicas que estén debidamente controladas por cada persona.
Desafíos pendientes
No obstante, hay desafíos pendientes tanto para la autoridad como para las empresas transportistas.
Para los primeros, la seguridad en las carreteras conlleva la elaboración de planes de prevención y control de rutas por parte de Carabinero; zonas de descanso más seguras en las rutas; la implementación de un seguro complementario de carácter público; y una agenda legislativa que permita una persecución efectiva de aquellos delitos que afecten la actividad productiva del transporte de carga.
Otros retos tienen que ver con mejorar la conectividad digital y telefónica en las rutas de la macrozona norte; implementar una seguridad de tránsito gestionada de manera coordinada, con institucionalidad y recursos necesarios, considerando la participación de todos los actores relevantes, para lograr las metas y objetivos propuestos. Y, por cierto, construir un sistema de respuesta oportuno, coordinado y de cobertura nacional, que garantice la atención eficaz desde ocurrido el siniestro, la rehabilitación integral de los afectados y la reparación psicológica, económica y legal de los mismos
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