La tecnología antifraudes es un aspecto que cobra relevancia en la región y se estima que la inversión tecnológica en el mercado de seguros se triplicará en la próxima década. Esta y otras fueron algunas de las conclusiones del reciente webinar sobre prevención de fraudes en la industria aseguradora organizado por Ceptinel junto a expertos internacionales en esta materia.

El 71% de las empresas latinoamericanas ha sido víctima de fraude interno o externo y se estima entre un 10 y un 14% la incidencia de fraudes en el margen operacional a nivel mundial, cobrando importancia las tecnologías antifraudes para prevenir y detectar comportamientos delictuales. Para los expertos, precisamente este tipo de tecnologías hoy apalancan nuevos negocios en la industria aseguradora.

Este fue el foco de un interesante webinar organizado por Ceptinel, una de las principales insurtech de Latinoamérica, creada hace 6 años en Chile como una startup de tecnologías antifraudes y otros delitos económicos, y que hoy ya tiene presencia en Chile, Perú, México, Colombia y Panamá. 

En opinión de Alex Horvitz, CEO de HCS Capital, uno de los relatores del encuentro virtual, en Estados Unidos se ha investigado mucho acerca de los fraudes y solo en el sector salud, este delito representa más de 3 mil millones de pérdidas en ese país. Y agrega: «En el sector de seguros de Latinoamérica, un 55% de las compañías sufrió pérdidas por costos regulatorios, un 83% registró ciberdelitos, y un 71% reconoció haber sido víctima de fraude interno o externo, cifra que es 3 veces mayor a la de Norteamérica». 

Por su parte, Hugues Bertin, CEO & Founder de Digital Insurance Latam, explicó que los fraudes eran hasta hoy un área no valorada y ahora se transformó en una nueva meta de negocio para el mercado de seguros. Añade que: «En el sector de seguros, el crecimiento de las tecnologías alcanza los 400 mil millones de dólares, alcanzando cerca del 7% de la prima».

Hugues sostiene que, así como avanza de forma vertiginosa y altamente sofisticada la industria del ciberdelito con ataques cada vez más complejos, la inteligencia artificial y las técnicas de machine learning, han permitido implementar modelos LLM que ayudan a detectar y eliminar falsos positivos, siempre con la ayuda de equipos humanos multidisciplinarios que incluyen a expertos en finanzas, legal, tecnología y fraudes. Este tipo de trabajo mixto permite hacer revisiones más precisas y eficientes. 

«La llegada de motores de LLM para entrenar y detectar fraudes en entrevistas por videos, análisis facial, calificación de la inflexión de la voz, y categorización de imágenes de siniestros fraudulentas, son el mejor avance de estos tiempos. La industria de hoy apuesta por la arquitectura abierta y no la metodología de cajas negras, que ha demostrado ser una estrategia poco transparente y efectiva», señaló Bertin.

La situación de fraudes a nivel de sociedad no solo aumenta la sensación de inseguridad e impunidad frente a la opinión pública, sino que daña la confianza en las instituciones reguladoras. Asimismo, una alta tasa de fraudes implica el alza en los precios, perjudicando a las empresas y al cliente final, fue un consenso de los panelistas. 

Gerardo Schudeck, CEO de Ceptinel plantea que, «En la medida que los directorios corporativos dimensionen el riesgo y el daño operacional y reputacional, se percatarán que la inversión en tecnologías es un costo más visible. Asimismo, se hace indispensable crear una cultura de ciberseguridad dentro de las compañías y exigir mayor transparencia en la reportabilidad de fraudes, de modo de compartir a tiempo información estratégica y mejorar la toma de decisiones y la incorporación de buenas prácticas internas».

Schudeck precisó que según la ACFE (Association of Certified Fraud Examiners), en el año 2020 la pérdida promedio por casos de fraude fue de 200 mil dólares y el plazo promedio fue de 18 meses antes de ser detectado un evento de fraude. En este sentido, el ejecutivo destacó como los principales atributos de estas tecnologías antifraudes: tener cortos tiempos de implementación (2 a 4 meses), ser flexible en su integración a múltiples fuentes de datos, mantener un foco preventivo por sobre detectivo, ser autogestionable, brindar trazabilidad a los eventos, y tener una arquitectura abierta.

La tecnología de Ceptinel contribuye a que, mediante reglas automáticas, seamos capaces de controlar y medir patrones para detectar comportamientos anómalos y orientarnos hacia un análisis más específico», concluyó Schudeck.

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