Por Roberto Lepín, Services Director Schneider Electric 

Los precios de la electricidad están alcanzando niveles sin precedentes, en ese sentido, la necesidad de una gestión eficiente de este recurso se torna más urgente que nunca. El desafío está en que este despertar de la eficiencia energética no sea una respuesta a los contextos, sino que sea una transformación y hábito sostenido en el tiempo.

En esa línea, debemos asumir una postura proactiva y responsable, integrando prácticas de eficiencia energética en nuestra vida diaria y en los procesos empresariales como una norma, no como una excepción. Hoy las empresas tienen una tremenda oportunidad para liderar con el ejemplo. A través de prácticas como implementar tecnologías de gestión energética, optimizar los procesos productivos, utilizar fuentes de energía renovable y fomentar una cultura corporativa que valore la sostenibilidad,  las empresas no solo mejoran la eficiencia operativa, sino que también posicionan a su compañía como líder responsable con los contextos. 

En un mundo donde los cambios en el clima están siendo numerosos y cada vez más extremos, la eficiencia energética es una necesidad imperante y un imperativo ético. El cambio climático y la presión sobre los recursos naturales no esperan por nuestras crisis; continúan avanzando sin parar. Acá la urgencia de que la eficiencia energética debe ser una prioridad constante en nuestra agenda, más allá de las contingencias económicas.

Debemos tomar el cuidado de los recursos como un propósito de vida y gestión empresarial. No podemos permitirnos reaccionar únicamente ante las crisis; debemos anticiparnos a ellas mediante la concientización y compromiso con la sostenibilidad.

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