Chile enfrenta una situación urgente respecto a cómo gestionamos nuestros recursos materiales y como son nuestros patrones de consumo: sin duda hoy generamos muchos residuos que podrían convertirse en recursos.

Los actuales rellenos sanitarios a los que llegan nuestros residuos cuentan -en promedio- con apenas 12 años más de vida útil. Si no cambiamos ese patrón, en los próximo años Chile necesitará construir y empezar a operar varios rellenos sanitarios más. Al mismo tiempo, si recorremos el país, podemos darnos cuenta de que otra buena parte de los residuos que generamos no están en rellenos sanitarios formales. Calles, quebradas, esteros, el mar y nuestro desierto, están teniendo este uso lo que no es una solución sostenible dado los impactos socioambientales que se generan. 

Chile está colapsado de residuos, muchos de los cuales se generan innecesariamente, y gran parte de los cuales podrían valorizarse. 

El cambio a una economía circular nace como una de las claves para esta emergencia sanitaria y medioambiental. El resultado principal es que el residuo recobre una finalidad útil en la medida que sustituye otro material que iba a ser utilizado para cumplir una función particular. Es decir, darles otro valor o utilidad a los residuos para devolverlos al ciclo productivo en forma de nuevas materias primas o productos.

En ese sentido, y bajo la cultura de la Economía Circular, se busca crear un cambio sistémico que reconozca los límites naturales del planeta y los impactos dañinos del sistema lineal. La transición a una economía circular busca construir resiliencia, generar oportunidades económicas y brindar beneficios ambientales y sociales. Y estos esfuerzos hay que reconocerlos. Lo hace Ecológica impulsando el “Sello Cero Basura” para empresas que tengan altas tasas de valorización, algunas logrando hasta el 100% en sus operaciones industriales. 

Pero todavía falta. Según una encuesta realizada en el marco de la Hoja de Ruta Nacional a la Economía Circular 2020-2040, las principales barreras que identificaron las empresas para avanzar hacia la economía circular se identificaron en las brechas culturales y barreras de mercado. 

Lo anterior nos lleva a la necesidad de transitar hacia un cambio de mentalidad de todos los actores de la sociedad: debemos crear un nuevo sentido común que redefina lo que hoy consideramos “normal” al momento de comprar, producir y crear estrategias de negocios. Solo así podremos avanzar en sustituir la mentalidad lineal a la mentalidad circular que tanto necesitamos. 

Por Ricardo Fernández, Gerente Comercial de Ecológica 

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