Diversos contaminantes son responsables del cambio en la tonalidad del cielo, entre los que destacan los óxidos de nitrógeno, polvo mineral, humo de incendios forestales, entre otros.

La contaminación atmosférica, corresponde a la presencia de sustancias en el aire en concentraciones superiores a las naturales, como resultado de la actividad humana. En ese ámbito, esta problemática ejerce un efecto perjudicial sobre los seres vivos, ecosistemas y el ambiente. También puede afectar directamente la tonalidad en el cielo, ya que esta se determina por la interacción de la luz (proveniente de la radiación solar) con los gases y partículas presentes en la atmósfera.

En condiciones sin alta contaminación, el cielo se percibe azul debido a la dispersión de Rayleigh (dispersión de la luz por las moléculas del aire), que favorece la dispersión de las longitudes de onda cortas del espectro visible, como el azul y el violeta. Sin embargo, el ojo humano es más sensible al azul, lo que explica la tonalidad predominante.

Respecto a esto, la Dra. Rocío Durán, académica de la Facultad de Ciencias UCSC, abordó aspectos importantes sobre esta temática y los efectos adversos que genera en el cielo. ‘’En presencia de contaminantes atmosféricos, como aerosoles y partículas, se producen dos fenómenos: la absorción de longitudes de onda cortas del espectro visible, y la dispersión de Mie, que afecta a las longitudes de onda más largas, como el rojo y el naranja. Esto puede hacer que el cielo adquiera un tono rojizo’’, explicó.

La académica enfatizó que el cielo adquiere tonalidades anaranjadas y/o rojizas durante los amaneceres y atardeceres por dos razones principales: la contaminación atmosférica y el ángulo bajo del sol en el horizonte. «En una atmósfera limpia, la radiación solar atraviesa una mayor cantidad de atmósfera, lo que dispersa en mayor medida las longitudes de onda asociada al color azul y violeta, permitiendo que sólo las longitudes de onda más largas, como el rojo y el naranja, lleguen hasta nosotros. Este efecto se intensifica en presencia de una alta concentración de contaminantes», destacó.

Diversos contaminantes son responsables del cambio en la tonalidad del cielo, entre los que destacan los óxidos de nitrógeno, aerosoles, aerosoles derivados del dióxido de azufre, polvo mineral, humo de incendios forestales, smog fotoquímico y partículas en suspensión. Estas partículas, de origen natural (como el polvo) o antropogénico (como las emisiones industriales), afectan directamente la dispersión de la luz.

La contaminación también puede afectar la visibilidad del cielo estrellado. Durante la noche, al no haber radiación solar directa, los fenómenos de dispersión de la luz disminuyen considerablemente, lo que nos permite ver el cielo oscuro y estrellado.

‘’Sin embargo, los gases y las partículas contaminantes en suspensión sí pueden dispersar y absorber la radiación proveniente de los cuerpos celestes, lo que genera una disminución en el brillo con el cual los percibimos. El humo de incendios también puede bloquear la visibilidad del cielo estrellado, actuando como un filtro que oscurece el cielo y oculta las estrellas’’, sostuvo la Doctora en Química.

REDUCCIÓN DE EMISIONES CONTAMINANTES

En Chile, se han implementado varios instrumentos de gestión de política pública ambiental para enfrentar la contaminación atmosférica, tales como el Sistema de Información Nacional de Calidad del Aire (SINCA), la Red de Monitoreo, las Normas de Emisión de Contaminantes, las Normas de Calidad Ambiental y los Planes de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA).

De acuerdo con los antecedentes, la Dra. Durán mencionó que una de las primeras mejoras básicas que se deberían considerar es actualizar las normas de calidad del aire. ‘’Aunque se han realizado actualizaciones con el tiempo, aún no son lo suficientemente adecuadas. Existen estudios que indican que, por ejemplo, la cantidad máxima de ozono estipulada en la norma sigue siendo un riesgo para los seres vivos. Además, en los últimos años, la presencia de este contaminante ha aumentado de manera exponencial en Chile’’, aseguró.

Además, la académica resaltó la importancia de investigar el papel de los bosques nativos en la limpieza atmosférica. ‘’En el caso de la deforestación y la reforestación con especies exóticas han alterado la composición atmosférica local, ya que los bosques nativos liberan más terpenos, lo que afecta la conversión de ozono. Las normas deberían ajustarse a las particularidades del hemisferio sur’’, comentó.

Mejorar en el monitoreo de la calidad del aire es clave, ya que no todas las estaciones miden por completo los contaminantes, y se requiere más financiamiento para una cobertura precisa y eficaz.

‘’Es necesario que exista una regulación más estricta de las emisiones industriales, la adopción de tecnologías limpias y la promoción de prácticas que reduzcan los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles antropogénicos’’, cerró la Dra. Durán.

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