Karen Núñez, Directora Magíster de Docencia Universitaria Universidad de Las Américas
El progreso de una nación no solo se mide en términos económicos, sino que también por la calidad de su capital humano. En este contexto, la formación de doctores y profesionales con estudios avanzados juega un papel crucial en el crecimiento de los territorios. Un país que invierte en esta materia está sembrando las bases para enfrentar los desafíos del siglo XXI.
Los programas de doctorado representan una fuente de conocimiento en áreas clave como la tecnología, ingeniería, matemáticas (STEM), humanidades y ciencias sociales. La formación rigurosa y especializada permite abordar problemas con enfoques críticos y novedosos, generando soluciones que no solo impulsan una mejora económica, sino que también la calidad de vida de las personas. En un mundo cada vez más globalizado y digitalizado, tener un contingente robusto de investigadores y expertos es un factor diferenciador entre países desarrollados y aquellos que se encuentran en vías de desarrollo.
Sin embargo, la importancia del capital humano avanzado va más allá de la creación de conocimiento. Estos profesionales son catalizadores de la innovación. Naciones como Estados Unidos, Alemania y Corea del Sur, son ejemplos de cómo una inversión estratégica en la formación de doctores ha generado ecosistemas creativos que dominan diferentes sectores.
En América Latina, muchos países enfrentan desafíos significativos en la formación de doctores y la retención de este talento. En Chile, por ejemplo, el 85,6% de la matrícula total de posgrado 2024 corresponde a programas de magíster y tan solo el 14,4% a doctorados. Si bien en los últimos cinco años, la inscripción en doctorados aumentó 24,1% y en magíster 13% (SIES 2024), es crucial generar políticas que faciliten la inserción laboral de estos en la industria, la academia y el gobierno. Se debe promover la investigación aplicada, ofreciendo incentivos para que las empresas inviertan en innovación y colaboren con científicos nacionales.
Es importante también cambiar la percepción que frecuentemente se tiene de los doctorados como formaciones académicas sin una aplicabilidad concreta, ya que, muy por el contrario, la investigación provee de soluciones a diferentes problemas en distintas áreas del conocimiento.
La formación de doctores es una inversión a largo plazo que requiere de un esfuerzo conjunto entre el Estado, universidades y el sector privado. Las becas de estudios y los programas de colaboración internacional deben ser prioritarios en las agendas gubernamentales, ya que solo a través de una inversión sostenida en educación superior avanzada, se pueden formar generaciones de líderes capaces de enfrentar los retos del futuro.
Equipo Prensa
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