Por Carlos Maillet, miembro de la Asociación de Oficinas de Arquitectos (AOA)

Recientemente conmemoramos los veinte años del registro de Valparaíso en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, un hecho que marca un hito relevante para nuestro país, ya que sitúa a los otros sitios patrimonio de la humanidad de Chile como un sistema cultural vivo que requiere la mayor atención del Estado y la Sociedad Civil. 

En Chile hemos declarado como Patrimonio Mundial el Parque Nacional Rapa Nui (1995); Las Iglesias de Chiloé en la Región de los Lagos (2000); el Área Histórica de la Ciudad-Puerto de Valparaíso (2003); las Oficinas Salitreras Humberstone y Santa Laura (2005) en la Región de Antofagasta; la Ciudad Minera de Sewell (2006) en la región de O’Higgins; y el Asentamiento y Momificación Artificial de la Cultura Chinchorro en la Región de Arica y Parinacota (2021), el Qhapaq Ñan – Sistema Vial Andino, bien transfronterizo compartido con varias regiones chilenas y 5 países andinos; además de aquellos que están en vías de desarrollo por nuestra Institucionalidad Cultural como Lota en la región del Biobío o el Patrimonio Inmaterial de la Humanidad declarado por la Unesco, como la Alfarería de Quinchamalí y Santa Cruz de Cuca en la región de Ñuble (2022), los Bailes Chinos en diversas regiones de nuestro territorio (2014) o el Patrimonio Cultural Inmaterial Aymara, compartido con Bolivia y Perú (2014).

Estos ejemplos señalan el inmenso legado patrimonial que Chile comparte con toda la humanidad y que subsiste en nuestras regiones con sus respectivas comunidades, en un relato chileno que exportamos desde lo local hacia lo global y que patrimonialmente sale hacia el mundo, interpelándonos a revitalizarlo día a día con esfuerzos interinstitucionales y multiculturales.

Nuestro patrimonio cultural y natural son fuentes insustituibles de vida e inspiración, nuestra piedra fundacional, nuestros puntos de referencia, nuestra identidad. Lo que hace que el concepto de Patrimonio Mundial sea excepcional es su aplicación universal. Los sitios del Patrimonio Mundial pertenecen a todos los pueblos del mundo, independientemente del territorio en que estén localizados. Por ello, los valores universales excepcionales de cualquier Patrimonio de la Humanidad son tan relevantes para el país y sus regiones, una muestra de su rica historia cultural, social y política que los convierte en un lugar único y fascinante para visitar.

Pero la tarea está cuesta arriba. Los centros históricos de nuestras ciudades están sufriendo un deterioro incremental por el descuido, el olvido y la falta de implementación de medidas y presupuestos acordes a su importancia, lo que se ha incrementado a raíz de la falta de conservación durante las recientes movilizaciones del año 2019 y que no han podido repuntar para revitalizar el patrimonio regional para la humanidad. No vaya a ser tarde para entender la relevancia de los contextos patrimoniales, que no solo se inscriben en leyes, normativas y decretos, sino que son parte integral de una ciudad, de una comunidad, de una localidad y en definitiva, del bien común más preciado de los pueblos.

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