- Aunque el COVID 19 ha afectado a gran parte de la industria mundial, también ha generado una gran oportunidad de mercado para startups, que aprovechan la ola de adopción tecnológica acelerada para revolucionar el mundo.
Hoy en día, muchos inversores se proclaman a sí mismos, como cazadores de “unicornios”. No están acechando animales míticos, sino buscando empresas que alcancen valoraciones superiores a los mil millones de dólares para invertir. Si bien en Latinoamérica han aparecido múltiples experiencias de éxito; el boom de las súper startups también ha dado pie a otro tipo de emprendimientos.
Según cifras de CB Insights, son 26 las startups latinoamericanas que han alcanzado el sueño de muchos emprendedores: ser clasificadas como unicornios. Actualmente hay más de 654 unicornios con una valuación acumulada de 2.147 billones de dólares a lo largo del mundo. Entre ellos podemos encontrar referentes latinoamericanos como MercadoLibre, Nubank, Rappi y Despegar.com, pero estos continúan siendo una minoría en el potente zoológico de las startups, en donde Estados Unidos y China representan el 73% del total.
Pablo Yañez, VP de Producto Datos de Lumen LATAM cree que el hecho de que un fundador haya convencido a los inversores de invertir, no significa que puedan gestionar un buen negocio. De ahí el impulso de nuevos proyectos, más equilibrados y de largo plazo, es decir, el impulso a la aparición de nuevas empresas “camellos” o “cebras”.
Las startups camello, se definen como nuevas empresas o bestias robustas que son capaces de sobrevivir a las sequías (financieras en este caso). Son empresas emergentes reales y resilientes, que pueden sobrevivir a la falta de inversión y a estar sin sustento durante meses y gestionan muy bien los recursos. Un ejemplo es bxblue[ii] startup nacida en Brasil, que permite comparar bancos y obtener un préstamo en menos tiempo.
Por otro lado, las cebras, no solamente buscan crecer y generar beneficios a sus accionistas, sino que además quieren resolver problemas reales y profundos y reparar sistemas sociales existentes. Un ejemplo es Protera[iii] una startup cebra chilena, que está desarrollando, a través de la inteligencia artificial, productos basados en proteínas naturales que extienden la vida útil de la comida sin conservantes químicos y reemplazar aceites de palma o grasas saturadas con aceites más saludables basados en vegetales.
La esperanza de vida de una empresa es de 1 a 3 años, según un estudio realizado por el “Failure Institute”,[iv] esto se debe principalmente a factores de planeación estratégica en un 25% y de finanzas en un 39%, dentro de las startups que no han podido cruzar el famoso “valle de la muerte”. De hecho 1 de cada 10 emprendimientos no sale de ese famoso valle. Entonces, el considerar a Camellos y Cebras, hoy más que nunca cobra sentido.
Si bien es cierto que la creación de empresas representa una parte fundamental para el desarrollo de la economía de un país, no necesariamente un país con altos índices de emprendimiento refleja prosperidad. “Por ello vemos que iniciativas como Camellos y Cebras, sumados a la fuerte influencia y manejo de tecnología de dichas empresas, van en el camino correcto a la hora crear condiciones prósperas para nuestra región”, precisa Yañez.
Equipo Prensa
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