Factores como percepción de control, normas sociales y regulación emocional influyen en la reacción de las personas ante apagones masivos y otras situaciones de crisis.

El apagón masivo que afectó a gran parte del país dejó en evidencia cómo las emergencias pueden desencadenar respuestas diversas en la población, desde el pánico y la alteración del orden público hasta la cooperación y la búsqueda de soluciones colectivas. Este tipo de eventos activa distintos factores psicológicos y psicosociales que influyen en la reacción de las personas. Así lo afirmó el Jefe de Carrera (s) de Psicología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), Horacio Salgado, quien explicó que entre los más relevantes se encuentran la percepción de control, ya que quienes sienten que pueden manejar la situación reaccionan con mayor calma, mientras que aquellos que la perciben como incontrolable pueden experimentar ansiedad o pánico.

“También juegan un rol los sesgos cognitivos, que pueden hacer que algunas personas sobrestimen el riesgo de consecuencias catastróficas, sobre todo si han estado expuestas previamente a eventos similares en medios de comunicación o experiencias personales. Otro factor clave es la tolerancia a la incertidumbre, ya que quienes tienen dificultades para lidiar con situaciones ambiguas o desconocidas pueden desarrollar respuestas de evasión o angustia intensa”, explicó.

Salgado agregó que la experiencia previa ante eventos similares también es determinante, pues quienes han enfrentado situaciones de crisis con éxito en el pasado tienden a desarrollar estrategias de afrontamiento más efectivas, modulando mejor su respuesta emocional y conductual. Además, las normas sociales y culturales influyen en la interpretación y manejo de la crisis, ya que en sociedades con una orientación más colectivista las personas tienden a responder con cooperación, mientras que en contextos más individualistas pueden priorizar la autopreservación sobre el bienestar común.

“Las reacciones ante crisis pueden dividirse en dos grandes grupos: quienes responden con calma y solidaridad, y quienes actúan con pánico o buscan aprovechar la situación. Factores individuales como la regulación emocional juegan un papel clave, ya que quienes gestionan mejor sus emociones pueden responder con mayor racionalidad. También influye la activación del sistema de afrontamiento, pues algunas personas buscan soluciones concretas mientras que otras se paralizan o actúan impulsivamente. A nivel social, la conformidad grupal puede amplificar tanto el caos como la cooperación; si en el entorno predominan comportamientos de pánico, es más probable que las personas los imiten, mientras que en comunidades con normas prosociales, la tendencia será hacia la colaboración”, indicó el académico de la UCSC.

Conductas

El psicólogo detalló que otros factores, como la percepción de escasez pueden generar respuestas competitivas y, en algunos casos, conductas de saqueo, ya que las personas tienden a reaccionar con ansiedad ante la posibilidad de quedarse sin recursos básicos. Asimismo, la confianza en las instituciones juega un rol fundamental, pues cuando las personas perciben que las autoridades tienen control sobre la situación, la respuesta social suele ser más organizada. En cambio, cuando hay desconfianza en la gestión de la crisis, aumenta la incertidumbre y la sensación de caos, lo que puede derivar en conductas impulsivas o disruptivas.

“Para enfrentar mejor este tipo de situaciones, es fundamental adoptar estrategias que fomenten respuestas organizadas y racionales. Una de ellas es garantizar una comunicación clara y confiable, con mensajes oficiales consistentes que reduzcan la propagación de rumores. También es clave fortalecer el sentido de comunidad, promoviendo la cooperación y el apoyo mutuo como mecanismos efectivos para enfrentar la incertidumbre. Además, el entrenamiento en manejo del estrés puede ayudar a reducir respuestas de pánico, permitiendo que las personas regulen mejor sus emociones ante situaciones críticas”, indicó.

Horacio Salgado enfatizó la importancia de modelar comportamientos pro-sociales, ya que cuando líderes y figuras públicas actúan con calma y cooperación, la población tiende a replicar esas conductas. También destaca la necesidad de simulacros y educación preventiva, pues la exposición a planes de respuesta mejora la toma de decisiones en momentos de crisis. “La situación que vivimos puede verse como un simulacro a gran escala que nos deja aprendizajes valiosos sobre cómo responder en futuras emergencias. Es fundamental fortalecer tanto la infraestructura como las estrategias de comunicación y educación para enfrentar con mayor preparación este tipo de eventos”, concluyó el académico.

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