Empresa chilena Bañados y Cía. está probando nuevas aplicaciones en residuos orgánicos de otras industrias productivas.

La contaminación odorífica es una problemática asociada transversalmente a casi todas las industrias productivas y que afecta tanto a los trabajadores como a las comunidades de sectores aledaños. La responsabilidad de hacerse cargo de los impactos al entorno y a las personas ha impulsado la búsqueda constante de soluciones efectivas. 

Este objetivo tiene aún más relevancia en el marco del proyecto de la “Ley de Olores” que actualmente se tramita en la Cámara de Diputados y que busca incluir el concepto de contaminación odorífica dentro de la Ley 19.300 sobre Bases Generales del Medio Ambiente, para establecer un marco normativo que fiscalice, detecte y sancione los malos olores.  

En la Región de Los Lagos, uno de los problemas de las plantas de procesamiento de choritos es el mal olor que emana de los bioresiduos luego del desconche. La cercanía con la industria miticultora, hizo que Bañados y Cía., empresa especialista en químicos e implementos para procesos de higiene y limpieza industrial, se involucrara en un proyecto conjunto con una empresa de Chiloé. 

“El desafío consistía en buscar una forma eliminar el olor desagradable que causa el proceso de degradación biológica de estos residuos y que afectaba a los trabajadores y a la comunidad. El problema ocurre porque, al almacenarse en contenedores mientras aguardan su destino de disposición final, quedan expuestos al sol y al viento, saliendo del recinto de la planta, por lo que era urgente tomar medidas”, relata Tamara Valdevenito, biotecnóloga y consultora de Bañados y Cía.

De esta manera, realizaron varias pruebas con un neutralizador de olores que es un producto bioenzimático de formulación propia, que contiene una mezcla de enzimas no peligrosas que encapsulan las moléculas de la materia orgánica causantes de malos olores y las degradan convirtiéndolas en agua y CO2.

“Lo habíamos usado para combatir el tabaco en espacios comunes y en baños o lugares que tienen un olor a desagüe. La innovación fue abrir los ojos para probarlo en los biorresiduos, ajustar las concentraciones y crear un sistema de desodorización. El resultado fue sumamente exitoso en contener el olor”, explica la especialista.

Actualmente, la solución se aplica en la planta de Chiloé de manera manual en los contenedores con una mochila rociadora. En Puerto Montt, están trabajando con otra empresa que está aplicando el producto con un sistema de aspersión automática sobre las tolvas. 

Tamara Valdevenito señala que están testeando el producto en otros residuos orgánicos de la industria alimenticia y que, entre otras aplicaciones, ha resultado efectivo para evitar las plagas de ratones en las bodegas, porque el neutralizador “corta” el rastro de orines que dejan estos animales para volver o atraer otros roedores a la fuente de alimento, facilitando además que caigan en las trampas.

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