Chile avanza aceleradamente en la adopción de soluciones basadas en desalación y reúso para fortalecer su seguridad hídrica. A la fecha ya operan 32 plantas desaladoras y sistemas de impulsión de agua de mar, e incluso hay ciudades como Antofagasta y Mejillones que se abastecen 100% de agua desalada. Además, según un catastro realizado por la CBC y ACADES, hay una cartera de 51 proyectos con inversiones por sobre los US$24.000 millones.

Lo anterior ejemplifica la experiencia acumulada en el país en cuanto a desalación, que ha tenido que ir a la par con la sostenibilidad, innovación y cuidado del ecosistema. Esto se ha logrado gracias a las condiciones oceánicas y geográficas de Chile —incluyendo la corriente de Humboldt y una amplia extensión costera—, pero también gracias a las tecnologías adoptadas en las plantas desaladoras. Actualmente estudios científicos informan de impactos localizados y mitigables en áreas circundantes a los emisarios, y se están haciendo bioensayos en especies marinas para ver los posibles efectos en la biodiversidad y poder seguir avanzando en la materia.

Chile y la integración con energías renovables

Chile posee uno de los mayores potenciales de energías renovables del mundo, lo que abre una oportunidad para que la desalación avance hacia un modelo cada vez más limpio.

Algunos ejemplos de esto en el país es la planta desaladora de Nueva Atacama, en Caldera, que actualmente es la más moderna y eficiente, ya que alcanza un consumo de 2,81 Kwh/m3 mediante la tecnología de osmosis inversa, siendo que el consumo de energía promedio suele ser de 3 a 3,5 Kwh/ m3.

También otro proyecto a destacar es el de Aguas Pacífico, que además de ser la primera planta desaladora multipropósito en la zona central de Chile, funcionará con energía 100% renovable que le proveerá Colbún, respaldadas por Certificados Internacionales de Energía Renovable (IREC).

Ejemplos internacionales: Israel y otras experiencias relevantes

En el mundo existen hoy alrededor de 15.000 plantas de producción de agua desalada, y la mayoría está en el Medio Oriente y África del Norte. Los 3 países con mayor capacidad instalada son Arabia Saudita, con el 17% de la producción mundial, Emiratos Árabes Unidos con un 13,4% y los Estados Unidos con 13%.

A raíz de esta gran cantidad de plantas y capacidad instalada, distintos países han desarrollado modelos innovadores para hacer que la desalación sea más eficiente y sostenible. Uno de los casos ampliamente documentados es Israel, que implementó un plan nacional de largo plazo para expandir su capacidad de desalación mediante licitaciones competitivas y esquemas Build–Operate–Transfer (BOT). En cuanto al beneficio de esto, el CEO en Chile de IDE Technologies -compañía Israelí dedicada a la desalación-, Eduardo Silva, explica que “los resultados son claros: a lo largo de los años, el costo del agua desalada ha disminuido de manera constante, mientras que la eficiencia, fiabilidad y desempeño ambiental de las plantas de desalación en Israel han seguido mejorando. Todas las plantas de IDE en Israel, construidas o en desarrollo (cinco en total), han entregado mejores resultados en eficiencia y sostenibilidad que la anterior”.

Además, comenta que “en IDE, utilizamos metodologías de LCA -Evaluación de Ciclo de Vida en español- para medir y gestionar la huella de carbono de nuestras operaciones de desalación. IDE ha ido más allá, desarrollando un modelo LCA dedicado específicamente a la desalación, lo que nos permite simular y medir con precisión cada etapa del proceso, identificar las fases que más contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero y aplicar mejoras de diseño y operación dirigidas a reducirlas”.

España, que es el quinto país del mundo con mayor capacidad instalada de desalación y líder en Europa en reúso de aguas tratadas, también ha mostrado avances significativos tras consolidar un sistema donde la desalación y el reúso permiten reforzar la seguridad hídrica de zonas que históricamente enfrentaron estrés hídrico. Un claro ejemplo es Murcia, donde el 98% de sus aguas tratadas son reutilizadas y un 21% de la agricultura se abastece de agua desalada a nivel país.

En paralelo, países como Australia y Singapur han integrado energías renovables, sistemas avanzados de monitoreo ambiental y modelos de reutilización que han permitido ampliar su matriz hídrica de manera sostenible. Otro de proyecto destacado a nivel global, es Hassyan, desarrollado por Veolia en los Emiratos Árabes Unidos y que será la mayor desaladora del mundo que funcionará con energía solar.

Estas experiencias muestran que la combinación de innovación tecnológica, regulación adecuada y modelos de operación eficientes puede fortalecer la disponibilidad de agua en escenarios de alta demanda o estrés climático.

En cuanto a Chile, Silva afirma que “el futuro de la desalación sostenible en países como Chile reside en la integración de energías renovables y el desarrollo de sistemas desaladores flexibles y adaptativos. A medida que fuentes renovables como la solar y la eólica se expanden, las plantas desaladoras deberán operar de forma dinámica: aumentando la producción durante las horas de alta disponibilidad renovable y reduciéndola cuando el suministro energético sea menor. Al combinar desalación con energía renovable y uso circular de recursos, países como Chile pueden transformar la escasez hídrica en oportunidad, logrando sistemas de abastecimiento de agua sostenibles y resilientes al clima para las generaciones futuras”.

Además, destaca que al ser un país idóneo para la desalación y seguir innovando “son importantes los espacios de diálogo multisectorial, como el Congreso ACADES que viene el próximo año, una instancia clave para profundizar estas conversaciones y compartir experiencias internacionales sobre cómo avanzar hacia una desalación cada vez más sostenible”.

 

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Equipo Prensa
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