A medida que se masifican las actividades sociales y económicas en línea, se hace más crítica la privacidad y protección de los datos digitales. Esto incluye la recopilación, el uso e intercambio de información personal a terceros sin previo aviso o consentimiento de los consumidores.
La privacidad es clave para elevar la confianza en los sistemas digitales. Los gobiernos se han comprometido en delinear las responsabilidades, tanto así que a enero de 2024 más de 160 países tenían leyes o regulaciones al respecto. Chile se sumó recientemente a la tendencia mundial con la publicación de la Ley N° 21.719 de Protección de Datos Personales que actualizará el alcance de las exigencias de los avances tecnológicos.
Un tema estratégico y transversal
Estamos en una era de revolución de datos e inteligencia artificial, en donde es ampliamente aceptado que su compilación y uso aporta significativos beneficios. Sin embargo, es importante que la privacidad y protección sean un tema central, puesto que los riesgos asociados al procesamiento pueden tener severas consecuencias para las personas.
La protección de los datos es el resultado de aplicar sistemáticamente un conjunto de medidas preventivas de carácter institucional, técnico y físico que preservan el derecho a la privacidad respecto de la compilación, almacenamiento, uso, divulgación y cualquier otro tipo de procesamiento.
Es decir, se requiere de un entorno regulatorio sólido que impulse la innovación y facilite el intercambio; que defina los estándares de interoperabilidad y las políticas para fortalecer la competencia e incentive la creación de nuevas soluciones cada vez más personalizadas.
Es evidente que la privacidad y la protección son indispensables para fortalecer la confianza en los sistemas digitales, principalmente en los escenarios en los que la personalización y el uso intensivo de inteligencia artificial requieren procesar grandes volúmenes de información.
Los principales desafíos
Si bien existe un consenso generalizado de que la protección y la privacidad de los datos es necesaria, aún hay ciertos desafíos para poder garantizarla:
La creciente aceleración de los avances tecnológicos. La tecnología facilita la vida cotidiana de las personas, y maximizar el beneficio supone que las personas entreguen información personal que es compilada y procesada en períodos de tiempo cada vez más cortos.
La legislación evoluciona más lento que la tecnología. Si bien la mayoría de los países tienen leyes de protección y privacidad, la mayoría no incluye los avances tecnológicos que sucedieron mientras se discutían dichos proyectos o mientras se espera su entrada en vigencia.
La ética es independiente del cumplimiento regulatorio. En el mundo digital actual, los problemas éticos enfrentan sesgos algorítmicos. Desde un punto de vista ético, los sistemas son insuficientes y corresponde a las organizaciones perfeccionar sus mecanismos de gestión buscando que sean justos, transparentes e imparciales.
Mayor preocupación por cumplir las leyes que por proteger los datos. La exigencia de más de la mitad de las normativas se centran en obtener el consentimiento de los usuarios para que entreguen sus datos, en contraposición con el 83% de las personas que no tiene claro para qué se usará su información personal.
Equilibrio entre ser confiable y dar confianza
Existe una diferencia entre «ser confiable» y «dar confianza «, según un informe publicado en 2020 por el Open Data Institute, dar confianza se basa en demostrar cumplimiento normativo. En cambio, las organizaciones que buscan ser confiables han anticipado las exigencias legales y publicado sus propios principios y valores, principalmente cuando se trata de diseñar e implementar tecnologías basadas en el procesamiento de información personal.
Sin embargo, los principios solo son útiles si se implementan. Para hacerlo de manera efectiva, estos deben considerarse a lo largo del ciclo de vida de los datos y comunicarse de manera efectiva tanto externa como internamente. Las políticas, prácticas y marcos de referencia comúnmente utilizados buscan incentivar las buenas prácticas en la recopilación, uso e intercambio.
Garantizar la privacidad es una definición estratégica y aplicar los mecanismos de protección y control puede simplificarse mediante el uso de tecnologías especializadas. Sin embargo, para fortalecer la confianza en la transformación digital se debe buscar el equilibrio entre hacerlo parte de la cultura de las organizaciones y elevar la conciencia en los consumidores sobre los datos que comparten.
Equipo Prensa
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