La Ley 21.180 de Transformación Digital del Estado supuso un cambio indispensable para la administración pública chilena, pues, implicó el compromiso de facilitar la interacción entre un aparato que -tradicionalmente- se consideró lento y burocrático, y la ciudadanía. Este año debieran comenzar a verse los frutos de esta iniciativa, gracias a los nuevos canales y herramientas digitales que se han incorporado para mejorar la oferta de servicios públicos.
Los sistemas electrónicos han demostrado ser eficientes, seguros y necesarios. Dejar de lado los papeles no sólo está generando ahorros millonarios, también está impactando en la calidad de vida, ya que las personas evitan perder horas haciendo filas y desplazándose en medios de transporte contaminantes, por lo cual también el medioambiente se está beneficiando de la transformación digital.
Pero, junto con incorporar tecnología es necesario educar a la ciudadanía para impulsar su migración desde los tediosos papeleos hacia los trámites simples y seguros. En FirmaVirtual hemos visto que aún existen temores infundados a la hora de firmar documentos de manera electrónica, pese a que esta modalidad -precisamente- hace más difícil la alteración de documentos.
Aunque parezca increíble en plena era digital, aún hay personas que piensan que un documento tiene más validez si lo firma de su puño y letra que si lo hace de manera digital, una modalidad amparada en la Ley Nº 19.799 sobre documentos electrónicos, cuya seguridad es doblemente reforzada con tecnología blockchain. Por eso, junto con proveer las herramientas, el Estado tiene que evangelizar a la ciudadanía, ayudándole a perder el miedo a la transformación digital.
Una firma holográfica es fácilmente falsificable y comprobar su veracidad es mil veces más difícil que hacerlo con una firma electrónica. Asimismo, gracias a las cadenas de bloques, al tratar de intervenir o manipular un documento digital, el archivo se rompe quedando totalmente inutilizado.
Durante la pandemia, los líderes empresariales reflexionaron muchísimo sobre esto y la mayoría de ellos corrió para subirse al carro de la transformación digital. Pero, para el ciudadano común y corriente no ha sido tan fácil entender que los cambios son positivos y necesarios para su propio beneficio.
En dos años, cerca de medio millón de personas ha firmado sus documentos de manera electrónica con nosotros y, sin duda, ellas también sacarán provecho de los trámites digitales que está impulsando el Estado. Pero, públicos y privados tenemos por delante el desafío de educar al resto de la población, que aún no se convence de que los procesos digitales ofrecen más ventajas que los tradicionales.
Firmar electrónicamente es no sólo es rápido y seguro, sino también más sustentable. Transmitir ese mensaje es una tarea que -de cara al cambio climático y la era digital- no podemos descuidar.
Equipo Prensa
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