Según un estudio realizado por TrendWatching, las presiones del costo de vida están impulsando hábitos de consumo más estratégicos, siendo el precio y el valor de reventa los principales factores que se consideran antes de efectuar una compra. 

El comportamiento de los consumidores es un claro reflejo del contexto político y económico, ya que frente a la incertidumbre, el consumo suele ser más cauteloso que en tiempos de bienestar. Este fenómeno se manifiesta con más fuerza en sectores como la moda, donde las personas definen sus hábitos de compra en base a su estabilidad financiera.

De acuerdo a un informe elaborado por TrendWatching, en la actualidad, el 57% de las personas realiza una investigación exhaustiva antes de adquirir un producto, lo que expone una evidente inclinación hacia la racionalización del gasto. En esta línea, el precio y el valor de reventa son los principales factores que influyen en la decisión de compra. 

El reporte de la compañía multinacional afirma que esta tendencia en alza está relacionada con las presiones asociadas al costo de la vida ya que el 30% de los centennials – nacidos entre 1995 y 2010 – y el 32% de los millennials – nacidos entre 1981 y 1996 -, se sienten inseguros en el plano financiero. Tanto es así, que casi la mitad de ambos grupos etarios complementa su trabajo formal con una fuente de ingresos secundaria. 

Para Cristián Frederick, Director General de Cuentas en TBWA Frederick, este clima supone una gran oportunidad. «En un mundo donde los consumidores se informan más que nunca antes de tomar una decisión de compra, las marcas deben ofrecer un valor que impacte directamente en su reputación, fortaleciendo lo que en la industria publicitaria conocemos como Brand Power. Esto, a su vez, potenciará el valor de reventa de sus productos y hará que las personas los deseen aún más, lo que en consecuencia, aumentará la demanda”.

Un caso ejemplar es el de Vestiaire Collective, que recientemente publicó un estudio para exhibir el precio real de sus artículos en proporción a su vida útil y su valor de reventa. De este modo, la compañía británica demostró que si bien los productos de fast fashion parecen más atractivos desde el punto de vista económico, la elección de prendas de segunda mano de lujo es una inversión más rentable y estratégica a largo plazo.

“Los próximos meses seguirán transformando la definición de valor, y las marcas visionarias ya están construyendo estrategias que respondan a los hábitos de consumo predominantes. No se trata solo de conceptos experimentales o métodos de pago alternativos; representan una transformación más profunda y relacionada con una propuesta de valor que se traduzca en lealtad”, concluye Frederick. 

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