Por Oliva Camacho, Business Development Manager Latam, Ceptinel

En el panorama empresarial actual, la ética y la transparencia son pilares fundamentales para el éxito sostenible. Las empresas que priorizan estos valores no solo generan confianza entre sus stakeholders, sino que también mitigan riesgos y promueven un ambiente de trabajo sano. En este contexto, las líneas de denuncia se convierten en herramientas indispensables para detectar y prevenir conductas indebidas, como fraudes, actos de corrupción o acoso laboral.

Las denuncias de los mismos trabajadores son la forma más común de descubrir fraudes y conductas indebidas a nivel global. De hecho, casi la mitad de todos los casos de fraudes se detectan gracias a las denuncias de los trabajadores. Por ello, es crucial que las organizaciones cuenten con programas efectivos de línea de denuncia que fomenten que los empleados reporten sus preocupaciones y lo hagan de forma anónima.

Un estudio a escala mundial realizado por la Asociación de Examinadores de Fraude Certificados (ACFE) y el Instituto de Auditores Internos (IIA), analizó los programas de denuncia de más de 1,600 organizaciones, incluyendo varias de América Latina y el Caribe. El objetivo era comparar los programas de líneas directas del mundo y entender los factores que contribuyen a la eficacia de una línea directa de denuncia de irregularidades.

Sus hallazgos revelaron los elementos clave para que estos programas funcionen de manera efectiva. Lamentablemente, el estudio reveló que las organizaciones en Latinoamérica y el Caribe tienen una menor tasa de adopción de programas de denuncia en comparación con otras regiones. Mientras que a nivel global el 75% de las empresas tienen estos programas, en nuestra región el porcentaje se reduce al 55%.

Otro de los hallazgos relevantes apunta a las diferencias en la administración y supervisión. En las empresas latinoamericanas con programas de denuncia, la administración suele estar más externalizada que en otras regiones. Mientras que a nivel global el 54% de los programas involucran a un tercero externo, en Latinoamérica este porcentaje se eleva al 59%.

Finalmente, se observa un menor énfasis en protección al denunciante en nuestra región. Solo el 66% de las organizaciones cuentan con una política anti-represalias, frente al 82% en otras regiones.

Para que los programas de denuncia sean realmente funcionales en Latinoamérica, es fundamental que consideren los siguientes aspectos: confidencialidad y anonimato; accesibilidad mediante canales de denuncias de fácil uso para todos los empleados, proveedores y clientes; garantía de protección al denunciante; protocolos de investigación y seguimiento, incluyendo feedback al denunciante; y una comunicación efectiva, clara y transparente.

Los programas de denuncia son herramientas esenciales para prevenir el fraude y fortalecer la ética y la transparencia en las empresas latinoamericanas. En este sentido, es importante destacar que las organizaciones se deben centrar principalmente en lo que hace que los programas sean efectivos, en lugar de en qué componentes se implementan con mayor frecuencia.

Además, las empresas deben fomentar un ambiente donde los empleados se sientan seguros y donde se alimente una cultura organizacional basada en la confianza. La implementación de programas de denuncia efectivos, junto con una cultura de ética y transparencia, puede contribuir significativamente a la construcción de empresas más sólidas, responsables y comprometidas con el bienestar de la sociedad.

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