• Una ciudad resiliente es aquella que evalúa, planifica y actúa para preparar y responder a todo tipo de obstáculos, ya sean repentinos o lentos de origen, esperados o inesperados, según la definición de ONU-Habitat. Se estima que a día de hoy el 50% de la población del mundo reside en ciudades y, a 2050, la cifra superará el 70%.

 

Este concepto alude a que todos los sistemas urbanos son, en mayor o menor medida, vulnerables a impactos severos ocasionados por presiones de origen natural y humano. En la actualidad, estos provienen principalmente de tres fuentes: la inestabilidad política, la urbanización masiva y el cambio climático.

 

Naciones Unidas ha expresado que el desafío de otorgar herramientas a las comunidades –gobiernos locales y ciudadanos – para gestionar este tipo de eventos es apremiante. La capacidad de resiliencia es clave para resguardar a las personas, y a los activos económicos y naturales que son la base para la subsistencia humana.

 

La sostenibilidad y la innovación van de la mano en este contexto: el propósito es generar diseños que no solo sean respetuosos con el medioambiente y las comunidades, sino también seguros y funcionales (por ejemplo, considerando el tipo de materialidad o la optimización de la materia prima).

 

Esta premisa es esencial en el diseño de nuevos proyectos o incluso para infraestructura ya existente, tales como carreteras, puentes, hospitales, industrias o establecimientos educacionales.

 

La metodología BIM un modelo digital que centraliza toda la información de una obra de construcción  facilita una colaboración eficiente entre las distintas disciplinas involucradas en el diseño, permitiendo la integración de prácticas sostenibles desde las primeras etapas de los proyectos, facilitando la transición hacia la consolidación de ciudades resilientes.

 

En nuestra experiencia (con más de 3.500 iniciativas en las que hemos participado en nuestros 40 años en Chile), la implementación de este enfoque ha permitido considerar activamente la protección del entorno y establecer un alto nivel de optimización en el uso de materiales con bajas emisiones de carbono, entre otros beneficios. La elección de desarrollar proyectos en BIM supone un firme compromiso, respaldado por acciones concretas.

 

Desde la conceptualización de nuestros proyectos, hemos tenido en cuenta el efecto de las emisiones de dióxido de carbono derivadas de la producción, suministro de materias primas, transporte y fabricación de materiales de construcción. Gracias a esta atención integral, se logra reducir de manera significativa el impacto negativo en el medio ambiente causado por los materiales de construcción.

 

Incluso en situaciones donde el presupuesto o los plazos de ejecución suponen una barrera, se pueden evitar la mayoría de las emisiones incorporadas al enfocarnos en los aspectos críticos desde las primeras etapas del proyecto, utilizando una coordinación integrada facilitada por herramientas tecnológicas. El uso de materiales de bajo impacto, la optimización de las cantidades a usar o el análisis sobre la selección y fabricación de materias primas de bajo impacto son algunos ejemplos.

 

En la era de la crisis climática, sumado a otros grandes desafíos de la sociedad contemporánea, la construcción sostenible no es solo una opción. Es una obligación. Y para eso, el diseño innovador es un motor de cambio, con el potencial de generar valor y beneficio para los clientes y comunidades, trazando un camino hacia un futuro más sostenible y respetuoso con el entorno.

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