Por Cristian Chadwick, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez, director del Diplomado en Hidrología e Impactos del Cambio Climático UAI.

El Día Mundial del Agua es una fecha en la cual se conmemora la importancia del cuidado y la gestión del agua y el medio ambiente. Si bien existe un consenso sobre la importancia de cuidar el medio ambiente y el agua, pareciera que, en la mayoría de los casos, no se avanza en su cuidado. Cuando se logra avanzar, estas mejoras no se ven como suficientes para atajar la velocidad de cambios que los seres humanos generamos sobre el planeta.

¿Será que la conciencia que tenemos de estos problemas no es suficiente para cambiar nuestro comportamiento? Lamentablemente, el bienestar de la humanidad, el funcionamiento de la sociedad y la actividad humana diaria que nos permite vivir un día más, tiene consecuencias sobre el medio ambiente y no hemos descubierto cómo realizar nuestro diario vivir de manera realmente amigable con el medio ambiente. Ejemplos concretos de esto hay varios, uno de estos es el “cambio climático”, que, a pesar de ser ampliamente conocido a nivel científico y popular, cada día empeoramos el problema aumentando las emisiones de gases de tipo efecto invernadero, tendencia obstinada que no logramos revertir con la velocidad que nos gustaría.

El cambio climático que actualmente estamos viviendo es consecuencia de todas las emisiones de gases producidos por nuestra actividad. A pesar de que estamos conscientes de esto, a la fecha, no somos capaces de reducir nuestras emisiones. Se sabe también, que el cambio climático intensificará las sequías y también las inundaciones, generando grandes costos a la humanidad. Nuestra infraestructura, sistemas de agua potable, ciudades, embalses y sistemas agrícolas, están diseñados para una cantidad determinada de precipitaciones. El cambio climático incidirá en las precipitaciones, aumentando la incertidumbre que tenemos sobre cómo construir y operar todos estos sistemas que hemos diseñado bajo ciertas condiciones. 

La gran paradoja, por ende, es que sabemos que caminamos con certeza hacia un futuro en que el clima será diferente y hará nuestro diario vivir más difícil de lo que es hoy. Todos aquellos sistemas humanos que están diseñados para un rango de clima, muchos de los cuales dependen del agua, dejarán de funcionar como los hemos pensado. En otras palabras, caminamos a paso firme hacia un futuro más incierto en el cual sabemos que nuestros esfuerzos por controlar evitar excesos de agua que llamamos inundaciones o la falta de agua, conocida como sequía, será cada vez más difícil. De todas maneras, los sacrificios actuales, para evitar este futuro, tienen costos demasiado grandes para asumirlos, por lo que la única solución parece ser esperar a que existan avances tecnológicos que nos permitan un cambio radical hacia energías limpias.

Hemos sido testigos de tantos avances tecnológicos como humanidad el último par de siglos: la invención de automóviles, aviones, electricidad, computadores, internet, o la masificación de las vacunas, entre otros. Estos han remodelado nuestra sociedad varias veces, actualmente se espera con ilusión nuevos cambios tecnológicos permitan mantener nuestro diario vivir de manera amigable con el medio ambiente. Esperemos que estos cambios lleguen a tiempo, pero mientras esforcémonos por contaminar menos y así ganaremos tiempo para que dichos cambios tecnológicos lleguen. 

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