Los sectores financiero y tecnológico se mueven rápido, tanto a nivel de mercado e ideas, como de soluciones digitales y modelos de negocio. Por ello, la regulación de estas nuevas formas de operar representa un desafío a nivel jurídico, ya que no basta con intentar homologar estas industrias —que están en constante cambio— dentro del marco de licencias, permisos o autorizaciones vigentes.

Este proceso está circunscrito al desarrollo de un objeto social único y exclusivo, según el tipo de licencia solicitada, donde se permite el desarrollo de actividades relacionadas intrínsecamente con las licencias obtenidas. Si bien el objeto único y exclusivo puede contribuir a la estabilidad financiera al delimitar el perímetro de supervisión de la CMF, resulta necesario flexibilizar este enfoque ante el dinámico mercado mundial y los desafíos presentados por el sector Fintech.

La «interoperabilidad» en el desarrollo de productos y servicios es fundamental para proporcionar rapidez y dinamismo en la búsqueda de respuestas en un mercado tecnológico en constante evolución. Esto es particularmente relevante considerando las múltiples capas de servicios financieros, que existen entre el usuario final y el servicio que busca. 

Por ello, es momento de reevaluar este enfoque a la luz de las realidades del mercado financiero moderno. Un marco regulatorio más flexible y adaptativo podría fomentar la innovación y la competencia, beneficiando en última instancia a los consumidores y fortaleciendo el sector financiero en su conjunto.

Cristián Oppliger, Legal Lead de Global66.

Lorena Silva, Compliance manager de Global66.

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