Experimentamos tiempos de grandes disrupciones tecnológicas y con eso, sin duda, estamos llamados a tomar posturas frente a cambios que queremos propiciar para las futuras generaciones. En ese contexto, aunque la inteligencia artificial (IA) ha estado presente en nuestra conciencia desde hace larga data, a través de películas, literatura y cultura popular, para muchos se mantenía como algo lejano.

Como sociedad hoy transitamos por una época que recuerda al boom del internet. Con diferencias y similitudes, existen dos grandes verdades que aplican tanto al internet como la IA. Por un lado, el impacto de ambos en nuestras vidas es innegable, pero -por otro- también ha quedado en evidencia que no es algo que podamos detener. Porque pese a que cientos de expertos alrededor del globo hayan levantado la alerta, pidiendo que se aplique una pausa momentánea al desarrollo de la IA para consensuar parámetros de su uso y alcances, todavía hay desconocimiento sobre sus impactos. Intuimos parte de lo que podría ser sus ámbitos de influencia. Por lo tanto, y bajo esa lógica, entonces, ¿por qué no poner los esfuerzos en hacer uso de esta potente herramienta en soluciones para los desafíos de la humanidad?

En los tiempos de incertidumbre de la actualidad, ya sea por factores económicos, sociales y geopolíticos, la IA se presenta como un aliado que puede apalancar startups y emprendedores, ayudándoles a innovar y también para sacudirse del estatus quo para efectivamente avanzar en temáticas centrales que afectan a distintas sociedades alrededor del mundo. Pero para que logremos que la IA sea inteligente, debemos demorarnos y tomar muy en serio las bases que sentamos para el futuro. Porque de lo contrario, como dicen los expertos estadounidenses, “garbage in, garbage out”. En palabras concretos: la calidad de lo que obtengamos de la IA a futuro depende de los insumos que le proporcionamos y las bases que sentamos hoy… Aprovechemos el impulso del momento para hacer lo correcto porque es correcto.

Al igual que otros sectores como el de la salud o farmacéutica, la industria de la tecnología no puede ser exenta de sus propios mecanismos de revisión antes de sociabilizarse con la sociedad. Aun siendo muy elemental, ya sabemos los eventuales efectos negativos que ha tenido la IA en los algoritmos implementado en redes sociales, por ejemplo, sobre todo en la salud mental de las personas o del efecto polarizado a la hora de tocar temáticas de carácter político. Quienes nos despeñamos en el sector tecnológico, bien sabemos que solo en conjunto podemos lograr que esta tremenda herramienta, la IA, pueda instalarse como tech for good. La clave está en unirnos para que así sea.

 

                                                                                                                                   Cristián Cabezas,

Solutions Director en NTT Chile

 

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