Según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), el uso de agua de mar por parte de la minería chilena se duplicará en 10 años. La cifra da cuenta de la velocidad y magnitud con que el sector está migrando hacia fuentes de agua no convencionales.
Esto releva la importancia de los sistemas de transporte de agua los cuales “deben hacerse como un traje a medida, debido a las altas complejidades que presenta la geografía chilena», explica Andrea Hernández, gerente de Desarrollo de una de las grandes empresas de infraestructura de agua.
Según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), actualmente la industria minera del cobre usa un 37,2% de agua de mar para sus procesos productivos. El informe “Proyección de demanda de agua y energía en la minería del cobre”, proyecta que en 2034 esto se duplique, aumentando a un 69,8% del total de agua que utiliza. Esta transición hídrica no sólo garantizará la continuidad de suministro en la producción minera, sino que permitirá reducir el consumo de agua continental en un 38,6% al año 2034 respecto del año 2022.
La cifra da cuenta de la velocidad y magnitud con que el sector está migrando hacia fuentes de agua no convencionales, pero abre una serie de otros desafíos. Si el agua ya no se extrae de pozos, sino que de otras fuentes más sostenibles como el mar, ésta debe ser transportada al lugar de las faenas, generalmente en altura o en territorios complejos. Esto releva “la importancia de la ingeniería de distribución e impulsión de agua como un factor crítico para la sostenibilidad de la industria minera”, explica Andrea Hernández, gerente de Desarrollo de Negocios de Bonatti, empresa especialista en servicios de este tipo.
«Los proyectos actuales de impulsión y distribución de agua deben ser hechos como un traje a medida, sobre todo considerando las complejidades que presenta la geografía chilena y las necesidades específicas de cada proyecto», explica la ejecutiva.
Y es que en Chile el agua es generalmente transportado a través de largas distancias y terrenos difíciles donde se vuelven claves las soluciones energéticas o de infraestructura como la construcción independiente de plantas y ductos, operación, mantenimiento y mejora de la producción, entre otros.
“Tenemos el gran desafío de optimizar el desarrollo de la infraestructura necesaria para el transporte seguro del agua desde la costa hacia el interior donde se encuentran la mayor parte de las faenas mineras. Hay que seguir avanzando en una industria minera sostenible, y en eso el agua es un factor clave. Tenemos energía verde y competitiva, tenemos el mar y el acceso al financiamiento, y tenemos el conocimiento y tecnologías para que la generación de agua de mar desalinizada, como su transporte y distribución se haga de manera sustentable y al alcance a todos; por lo que tenemos todos los ingredientes para solucionar el problema de la escasez», enfatiza Carlos Foxley, presidente de la Asociación Chilena de Desalación y Reúso (ACADES). “
En la ingeniería de proyectos hídricos, se distingue entre impulsión y distribución. La impulsión se refiere al traslado del agua a través de largas distancias y suele implicar desafíos significativos, como minimizar el impacto ambiental y garantizar la seguridad operativa en áreas geográficamente extensas y de difícil acceso. Mientras que la distribución se enfoca en llevar el agua a los distintos puntos de consumo dentro de una operación minera, asegurándose de que el agua llegue a los puntos de consumo ajustándose a las distintas situaciones y “considerando una mitigación adecuada en cada uno de estos casos», concluye Andrea Hernández.
Equipo Prensa
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