Por Gustavo Valdebenito, gerente de Transformación Digital de Defontana
Es importante reconocer que continuamos en la era de la transformación digital, que se espera perdure durante este año y en los próximos. Dentro de este viaje, la inteligencia artificial, IA, en particular, desempeña un papel crucial como herramienta. Más aún, cuando se aplica correctamente, puede abrir nuevas oportunidades de negocio y transformar el modelo actual de una empresa.
En efecto, no hay duda de que la IA se ha consolidado como una herramienta eficaz en la automatización de tareas y en la predicción de datos, entre otros usos. Ella y otras herramientas, que conforman el conjunto de tecnologías en la transformación digital, permiten con su adecuado uso y entendimiento aportar en este proceso.
En esa misma línea, adoptar una cultura basada en datos, lo que se conoce como ser ‘data-driven’, es una de las tendencias predominantes en las organizaciones en términos de digitalización, evolución que va de la mano con la implementación de tecnología de Big Data.
En la actualidad, las organizaciones manejan una gran cantidad de datos, tanto estructurados como no estructurados y la tecnología de Big Data les permite consolidar esta información en un solo lugar para realizar análisis de negocios y tomar decisiones más informadas.
Así, estas tecnologías están volviéndose cada vez más prácticas y accesibles, especialmente con la llegada de la tecnología en la nube. Esto ha facilitado que las soluciones de Big Data lleguen a más lugares con tiempos de implementación más cortos y costos reducidos.
No obstante, aún hay retos pendientes en la digitalización de las organizaciones. Uno de los más significativos es la resistencia al cambio, especialmente cuando se trata de adoptar software en la nube que automatiza procesos, en lugar de depender exclusivamente de herramientas como Excel. Esta resistencia puede manifestarse en la reticencia a abandonar métodos tradicionales en favor de soluciones más modernas y eficientes.
De manera más transformacional, la resistencia también se observa en la falta de adopción de una cultura basada en datos (‘data-driven’), optando por seguir confiando en la intuición y en parámetros fijos para guiar las decisiones empresariales. Esta mentalidad puede obstaculizar el potencial de la organización para aprovechar al máximo la información disponible y tomar decisiones más fundamentadas y estratégicas.
Con todo, lo cierto es que la tecnología por sí sola no sirve, es un complemento, una herramienta para optimizar el trabajo y la calidad de vida de las personas. La tecnología tiene que ser desarrollada, integrada, mantenida, actualizada. Para todo ello, se requiere talento especializado y una cultura abierta al cambio, que haga de la tecnología su aliada. Evidentemente, tenemos que ser parte de este desafío.
Equipo Prensa
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