A diferencia de las habilidades duras, que se adquieren con estudios o a lo largo del desarrollo profesional y están reflejadas en nuestros Curriculum, las “Soft Skills” son más bien subjetivas, denotan rasgos de nuestra personalidad y hoy son incluso más valoradas que las “Hard skills”

Las nuevas realidades del mercado laboral han transformado las habilidades que más valoran los reclutadores, al momento de evaluar a un candidato. Así, aspectos tales como flexibilidad, resolución de conflicto, pensamiento crítico, creatividad, entre otras, componen lo que actualmente se conoce como “soft skills” o habilidades blandas, altamente requeridas por las organizaciones, sobre todo al buscar contratar líderes, e incluso más valoradas que las habilidades duras.

Tal ha sido la diferenciación y relevancia que han adquirido las “soft skills”, que aun cuando las organizaciones contraten, declarando que necesitan a alguien con determinadas habilidades duras, pueden terminar despidiendo a un colaborador solamente por no contar con las habilidades blandas.

Lissette Provoste, gerenta de Desarrollo Organizacional de Trabajando.com explica que “las ‘soft skills’ han ido ganando terreno en los últimos años en el mundo laboral. Las habilidades blandas son aquellas competencias de un individuo que hacen referencia a rasgos de su personalidad, por ejemplo, la empatía, la creatividad, las dotes(habilidades) de liderazgo, capacidad de adaptación, son ampliamente valoradas por las empresas y que, a diferencia de las hard skills o habilidades duras, no se adquieren a través de la formación académica o experiencia profesional”.

“En este sentido, vemos que cada vez más los reclutadores planifican sus entrevistas de acuerdo a la cultura organizacional de la institución e integran preguntas que nos dan luces de lo que un candidato piensa sobre determinado tema”, explica Provoste, quien ejemplifica que algunas consultas apuntan a qué opina del trabajo en equipo o cuándo fue la última vez que pidió ayuda, situaciones que dependiendo de las respuestas nos hablan de una persona con más o menos habilidades blandas. “La importancia radica en que las organizaciones saben que un colaborador que comparta el propósito de la empresa o la forma en que se trabaja, se siente más integrado y se proyecta de mejor manera en ese puesto”, señala Provoste.

Provoste añade que “no hay una clasificación cerrada ni incorrecta para las habilidades blandas, porque son subjetivas”. Sin embargo, al buscar determinar algunas de las más demandadas en el ámbito profesional, éstas serían:

Adaptabilidad: es la adaptación a situaciones que se pueden presentar sin estar previstas y requieren afrontarlas con confianza.

Comunicación: es la capacidad para expresar pensamientos, ideas u opiniones; de manera adecuada y en los tiempos correctos.

Creatividad: es la facilidad para imaginar y proponer ideas ingeniosas o diferenciadoras.

Innovación: Son aquellas ideas alternativas y novedosas a soluciones comunes.

Integridad: es la cualidad de ser honrado con las personas de nuestro entorno, siendo justos con nuestras decisiones.

Pensamiento crítico: es la capacidad de analizar una situación de manera objetiva, buscando su clarificación, sin que influyan sesgos externos. Esto favorecerá una toma de decisiones adecuada.

Resolución de problemas: es la habilidad de ejecutar las respuestas más adecuadas ante situaciones adversas.

Trabajo en equipo: interés por colaborar y aprender de otros compañeros, independientemente de su nivel jerárquico, con el fin de crear un buen ambiente laboral y alcanzar buenos resultados. Está estrechamente relacionado con la diversidad e inclusión.

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