Por Mauricio Galleguillos, doctor en Ciencias Agronómicas, académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UAI e investigador de Data Observatory
Los bosques son ecosistemas fundamentales para el funcionamiento del planeta, dado sus múltiples roles en la provisión y regulación del ciclo del carbono, agua y otros ciclos biogeoquímicos además de albergar gran parte de la biodiversidad terrestre. Son estos atributos, esenciales para el bienestar humano, los que están siendo amenazados por el cambio global.
Chile presenta una importante parte del territorio cubierto por bosques. Dentro de los bosques olvidados por la mayoría de los chilenos se encuentran los bosques áridos, los cuales incluyen al bosque esclerófilo y espinales. Los bosques áridos representan uno de los cinco tipos de bosques mediterráneos que existen a nivel global y han sido catalogados como hotspot de biodiversidad global. Estos ecosistemas se encuentran entre la región de Coquimbo y Biobío, y colindan con la mayor parte de los asentamientos humanos, superficie agrícola y plantaciones forestales del país. Esta situación ha llevado a que quede menos del 15% de la superficie original de estos bosques, siendo clasificados como severamente amenazados según la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza.
Otra de las grandes amenazas de estos bosques son los incendios, los cuales han crecido y crecerán en términos de intensidad y magnitud de acuerdos a las proyecciones de sequías anunciadas para la región. Los recientes episodios del 2017 y de este año, que quemaron cerca de 1 millón de hectáreas de vegetación incluyendo los bosques áridos, nos hacen sentir más cercanos los problemas que afectan a estos ecosistemas.
Esta percepción en realidad se materializa en pérdidas tangibles sobre numerosos bienes y servicios que brinda este bosque, destacando entre ellos servicios de provisión como para la generación de carbón que usamos en asados o corteza de madera como es el caso del quillay, que tiene gran valor en diversas aplicaciones industriales. El bosque también provee de semillas y bulbos esenciales para la producción de plantas en viveros de plantas ornamentales y proyectos de restauración. Otro de los aspectos esenciales del bosque nativo es su rol en la producción melífera, la cual se ha visto seriamente afectada en los últimos años, lo que también ha traído consecuencias en la polinización de numerosos frutales. Además, el bosque también provee sustento para todo tipo de animales que viven de él, incluyendo la ganadería para consumo humano.
El bosque también provee servicios de regulación como el control de la erosión, lo que puede llegar a tener gran importancia al momento de enfrentar fenómenos de lluvias torrenciales anunciadas por las proyecciones del cambio climático. El bosque también regula el ciclo hidrológico, lo que favorece la estabilidad en los cursos de agua, sobre todo en verano, y también tiene la capacidad de depurar el aire contaminado, lo que tiene especial importancia cerca de las ciudades. El bosque contribuye en la captura y secuestro de carbono, en especial a través de su almacenamiento en el suelo; y finalmente, también provee servicios culturales vinculados a la interacción con la naturaleza de los seres humanos, lo que se traduce en una percepción de paz.
En este día donde conmemoramos a los bosques, es importante avanzar hacia formas de generar paisajes sustentables que favorezcan la conservación de estos ecosistemas para las futuras generaciones, siendo su éxito dependiente de las acciones o inacciones que tomemos al respecto como sociedad.
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Equipo Prensa
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