Las mujeres estamos llamadas a ser protagonistas de nuestra historia. Y hoy -con nuestras legítimas diferencias y empoderadas en todos los ámbitos de nuestra sociedad-, nos encontramos en un punto de inflexión, más activas que nunca. Chile se convirtió en el primer país del mundo en tener un número similar de participantes femeninos y masculinos en la Convención Constitucional. También, el sistema de cuotas y objetivos de género ha dado resultados positivos en el Congreso de Chile y en las empresas estatales. Sin embargo, la aplicación de cuotas similares o de objetivos voluntarios en los consejos de administración y en los puestos de alta dirección, sigue teniendo un avance más lento, entre las empresas del sector privado.

Es así como debemos continuar con el esfuerzo de promover mujeres en puestos de liderazgo, reforzando la presencia femenina a nivel ejecutivo, especialmente en las compañías. Esto debería reforzarse mediante la intensificación de mecanismos de monitoreo y evaluación de la igualdad de oportunidades, así como también, en la equidad en la remuneración para trabajos equivalentes. Para ello, y en medio de la discusión, es necesario que la Carta Fundamental tenga transversalmente, perspectiva de género, considerando las múltiples interconexiones e impactos, en los aspectos que caracterizan a las personas, como la etnia, el estrato socioeconómico, la localización geográfica y la orientación sexual, entre otras. Así mismo, los principios rectores de una sociedad justa e igualitaria, deben explicitar los derechos fundamentales de las mujeres y los deberes que el Estado tiene para promover la igualdad entre mujeres y hombres; y considerar el acceso al poder, con equidad de género.

La desigual distribución de horas laborales y tareas, afecta los logros económicos de las mujeres, cuando al trabajo se suman las labores domésticas y de cuidados, que históricamente han sido atribuidas a la mujer. Así, durante la pandemia, muchas mujeres debieron abandonar sus trabajos, por esta incompatibilidad. De hecho, la tasa de empleo femenino en Chile hoy, es casi 20 puntos porcentuales inferior a la masculina, brecha mucho mayor que la media de los países de la OCDE.

Aunque en la actualidad muchas mujeres jóvenes cuentan con más años de escolaridad que los hombres, las niñas, por un sesgo socialmente adquirido, tienen muchas menos probabilidades de estudiar en los lucrativos campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. A pesar de los avances logrados, sigue siendo vital, avanzar en la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas que aún están al margen de las oportunidades. El mundo de la ciencia, donde la mujer estaba prácticamente marginada, ha visto grandes científicas y mentes brillantes que hoy están dando luces sobre el futuro y presentando soluciones que nos hubieran parecido inimaginables. Un desarrollo humano sostenible, requiere generar condiciones de igualdad, sin dejar a nadie atrás, sobre todo porque ha sido probado el enorme aporte que representa la inclusión de la mujer al mundo laboral, científico y académico y su contribución a una sociedad más equilibrada.

Estamos frente a un momento en esta trayectoria, y estamos llamadas a escribir nuevos hitos, con nuestro puño y letra; porque hombres y mujeres no somos iguales, pero debemos velar porque seamos respetuosos de nuestras diferencias, para que ellas enriquezcan la construcción de una sociedad más igualitaria y justa, y por supuesto, hacerla realidad hoy a través de este momento clave en la construcción de nuestra historia, como país y como contribución al mundo.

 

MARGARITA DUCCI.
Directora Ejecutiva Pacto Global Chile, ONU.

 

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