La pandemia a causa del COVID-19, impulsó el nacimiento de muchos emprendedores que alguna vez pensaron en apostar y desarrollar sus propios negocios. Razones impuestas como el alto desempleo, el cierre de trabajos o sencillamente instinto de supervivencia, fueron algunos de los motores para que nacieran una importante cantidad de empresas. De hecho, en plena pandemia, Chile batió el récord de creación de sociedades y nuevas empresas: 158.586 en 2020, un 14,4% más que en 2019. Es la cifra más elevada desde que se tiene registro, a contar de 2013.

Sin duda, que dar el primer paso, es un gran avance, pero según he podido constatar a la cabeza de una start-up, nacida en medio de la crisis social y la pandemia, se trata sólo de un pequeño peldaño en medio de una larga escalera que recorrer hacia el desarrollo de un emprendimiento. Por tanto, tan importante como darlo, es mantenerse en competencia.

¿Quién podría generar una empresa, un negocio o un emprendimiento pensando en cerrar? Nadie, pero sucede más frecuentemente de lo que uno cree, de lo que el país quiere o, incluso, de lo que la economía necesita.

Las razones son múltiples: (1) amenazas externas como la pandemia, estabilidad social y política; (2) costo de la vida al alza; (3) desempleo, entre muchos otros factores, pueden afectar directa o indirectamente un negocio y poner en riesgo su continuidad.

Con la mirada ya puesta en los factores críticos, que por cierto es absolutamente necesario hacerlo, lo primero que creo resulta fundamental es planificar. Sin importar el tamaño y el rubro, este punto es crucial. Y planificar no significa hacerlo necesariamente a largo plazo, si no que estar pendientes del largo, mediano y corto plazo, evaluando los elementos de mercado; el desarrollo de la economía, peores y mejores escenarios, y pensando como cada una de las acciones pueden afectar al negocio. Desde tasas de interés que pueden afectar mis créditos, inflación que sube los costos de producción, hasta una menor demanda por pérdidas de empleo o caída en los ingresos, entre otros. Es decir, evaluar escenarios y tener plan de acción para cada uno de ellos.

Lo segundo y que de aquí en más se tornará cada vez más relevante, es invertir en tecnología. De su mano, se pueden orientar recursos a las tareas clave del negocio. Así, se deja a las nuevas tecnologías procesos que tradicionalmente quitarían muchas horas hombre permitiendo, por ejemplo, automatizar procedimientos, digitalizar procesos de compra, de cobros, facturación, de distribución y hasta atención al cliente 24 horas y siete días.

El gran paso “tech” post pandemia generado por tecnologías como la Inteligencia Artificial, la nube, IoT, entre otras, no solo cambió la costumbre de las empresas que debieron sumarse a la brevedad a este carro, si no que cambió los hábitos de los nuevos consumidores. Ellos ya se han adaptado a estas nuevas formas de relacionarse con un negocio y, por tanto, internalizaron una base para establecer intercambios comerciales. Y de ello, no hay vuelta atrás.

Ahora bien, una tercera recomendación para seguir navegando y surfeando las olas que los cambios políticos, sociales y económicos pueden presentar, es potenciar el desarrollo humano y reentrenamiento en las competencias digitales.

Dueños de pequeños negocios y de grandes empresas han debido adaptarse a los cambios tecnológicos. Desde manejar sus negocios a distancia, emitir boletas electrónicas con software que antes nunca hubiesen imaginado, hasta el uso de aplicaciones destinadas a la venta, programas de facturación; softwares de logística; app de pagos, distribución; atención al cliente (chat bots), entre otros.

Pero subirse al carro tecnológico demanda conocimiento de quienes son los ejecutores de esas tecnologías, por tanto, en menor o mayor escala, los trabajadores necesitan ser permeados por estos conocimientos  y desafiados a ponerlos en práctica en cada una de sus pymes, start-up o negocios. La clave de aquí en más será la curiosidad y el aprendizaje permanente.

Sólo así, y sabiendo con claridad que estamos expuestos a millones de vaivenes como las próximas elecciones presidenciales, el alza del IPC, aumento en las tasas de interés, entre otros, podremos seguir navegando en el mar de los desafíos impuestos por la pandemia, y dejando atrás el miedo a un naufragio que haga encallar el desarrollo de lo que tanto ha costado poner en marcha.

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