Por Paulina Assmann, CEO de SeQure Quantum y experta de la Comisión asesora sobre Tecnologías Cuánticas en Chile.
En respuesta a la columna titulada “Revolución cuántica: lecciones globales para Chile”, publicada el 12 de noviembre, me gustaría compartir la siguiente reflexión como parte de la conversación sobre el futuro cuántico de nuestro país.
El liderazgo del sector privado y la colaboración público-privada son, sin duda, fundamentales para acelerar la adopción de tecnologías cuánticas en nuestro país. Sin embargo, quisiera sumar una perspectiva que considero esencial: la importancia de desarrollar capacidades locales que no solo impulsen nuestra competitividad, sino que posicionen a Chile como un exportador de innovación cuántica.
Una de las claves para lograr esto es el acceso a talento especializado. En este sentido, Chile cuenta con un capital humano sólido en ciencia y tecnología, que ha demostrado ser capaz de competir a nivel internacional. Sin embargo, necesitamos ir un paso más allá. Fomentar la educación en física cuántica y disciplinas STEM no debería centrarse únicamente en la adopción de tecnologías ya existentes, sino también en capacitar a nuestras futuras generaciones para que desarrollen innovaciones propias que puedan ser escalables internacionalmente.
El objetivo no es solo participar en la revolución cuántica, sino liderarla desde nuestra región, creando soluciones que respondan a desafíos globales. Esto requiere un ecosistema donde la colaboración entre universidades, centros de investigación y empresas permita generar un entorno propicio para la experimentación y la transferencia tecnológica.
En este contexto, en SeQure Quantum hemos apostado por un enfoque que promueve la innovación tecnológica local. Nuestro generador cuántico de números aleatorios, SeQRNG, no solo garantiza la protección de datos críticos en sectores como la banca, la salud y las telecomunicaciones, sino que también responde a la creciente demanda global por tecnologías de ciberseguridad cuántica que aseguren la soberanía digital de los países.
¿Por qué es esto importante? Porque la capacidad de proteger información sensible en tiempo real ya no es un lujo, sino una necesidad en un mundo donde los ataques cibernéticos son cada vez más sofisticados. Desarrollar estas soluciones a nivel local nos permite no solo fortalecer nuestra infraestructura digital, sino también exportar conocimiento y tecnología que impacten más allá de nuestras fronteras.
Si Chile aspira a ser un referente en la región, debemos construir un ecosistema cuántico autosuficiente, donde las startups tecnológicas y los centros de investigación locales puedan florecer. Esto implica promover alianzas estratégicas que impulsen la transferencia de tecnología y la generación de conocimiento local, de forma que la innovación desarrollada en Chile pueda competir a nivel global.
La revolución cuántica no solo nos invita a mirar hacia afuera, sino también a potenciar lo que podemos construir desde dentro. Apostar por la ciencia local y desarrollar nuestras propias tecnologías es el camino para asegurar la protección de nuestros datos y convertirnos en un actor clave en el panorama cuántico global.
Equipo Prensa
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