Por Mauricio Galleguillos, Académico Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Adolfo Ibáñez e Investigador de Data Observatory.
La crisis climática está afectando al funcionamiento del sistema terrestre de múltiples maneras lo que traerá consecuencias en las sociedades humanas. En este contexto uno de los componentes claves es el suelo, al ser la interfaz donde interactúan la radiación solar, el aire, el agua y los seres vivos del medio terrestre.
Es precisamente en el suelo donde se generan las condiciones para sostener la vida sobre la tierra. En efecto, es gracias al suelo que las plantas logran generar la productividad primaria de los ecosistemas la cual da sustento a las cadenas tróficas que de ella dependen. Dentro de estas nos encontramos los seres humanos que dependemos directamente de la producción vegetal al alimentarnos de ella o indirectamente a través del consumo de ganado que es un gran consumidor de material vegetal.
El suelo resulta entonces un elemento clave en garantizar la supervivencia de la vida en la Tierra y su valor debiese ser considerado en las políticas públicas de las diferentes sociedades. De vital importancia es el rol que tiene el suelo en la regulación del reciclaje de nutrientes, como sostenedor de la biodiversidad, regulación del ciclo hidrológico, además de ser un reservorio donde se acumula el carbono asimilado por la vegetación a veces por cientos a miles de años. Son justamente estos procesos los que están siendo fuertemente alterados por los efectos del cambio climático, el cual tiende a exacerbar estos ciclos vitales del funcionamiento de la biosfera al haber mayor temperatura dado la mayor cantidad de energía capturada en el sistema terrestre, producto del excedente de gases de efecto invernadero emitidos por el hombre.
El suelo representa un sistema de amortiguación frente al cambio de estas fuerzas del ambiente, por ejemplo, al proveer de hábitat a un sin número de microorganismos responsables de modular el ciclo del carbono y otros nutrientes o al frenar y retener las precipitaciones protegiéndonos de eventos extremos tales como inundaciones o sequías. El conocer adecuadamente estos procesos resulta clave para establecer estrategias que permitan acciones de adaptación y mitigación adecuadas frente al cambio climático. Resulta entonces esencial profundizar en el conocimiento de este y velar por su adecuado manejo y conservación, de manera de garantizar este vital elemento y los beneficios que provee para las futuras generaciones. Actualmente, se está gestando una ley marco de suelos donde se validan muchos de estos principios, por lo que resulta imperativo que se siga avanzando en este tema para que Chile tenga un marco legislativo del suelo acorde a los países de la OCDE del cual es miembro, logrando así la ansiada justicia intergeneracional en un marco de desarrollo sostenible.
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